domingo, 11 de junio de 2017

APRENDIZAJE A TRAVÉS DE EXPERIENCIAS

En el Pensamiento para un Día de Reposo publicado el 02 de abril de 2017, mencioné que Kathleen y yo habíamos sido bendecidos con un giro por las Tierras Santo como parte de mi trabajo con el Sistema Educativa de la Iglesia. No digo que esta experiencia hice una cambia drásticamente la vida, pero habrá por siempre grabadas en mi mente y en mi corazón los recuerdos de las muchas maravillas de los monumentos históricos del mundo que hemos podido visitar. Tan vibrante sean los recuerdo de las memorias de los monumentos, no pueden igualar los sentimientos espirituales y emocionales que flotan constantemente en mi corazón y mi alma.

En Roma, he intentado lentamente sentir lo que Miguel Ángel podría haber sentido cuando realizó las obras que habría tomado durante su vida extra normal para completar. Nos quedamos a preguntarse, ¿por qué alguien estuve dotada a tener la fortaleza para usar su tiempo, talentos y recursos para construir la Catedral de San Pedro, pintar la Capilla Sixtina junto con otras obras en el Vaticano, esculpir todas esas maravillosas creaciones de mármol, disponen de todas las invenciones, pintar pinturas suficiente para llenar un museo junto con todos los otros aportes dotado a la humanidad?

Aunque pocos de los hijos del Padre Celestial han sido capaces de generar el tipo de consumo de dedicación que el demostró, sin duda incluyo entre este grupo de inadaptados, recuerdo salió de Roma con la sensación de que sin duda era capaz de lograr mucho más que lo que tenía cumplido en el pasado.

Mientras estábamos en Egipto pasé la mayor parte del tiempo siendo abrumado. Me sorprendió constantemente que los hombres pudieran ser tan convencidos de su propia autoestima que podría mover naciones enteras para que se dediquen a la construcción de un digno lugar de descanso final, ignorando el costo del sufrimiento y los gastos de vida necesarios para asegurarse de que sus restos fueron seguros. Es difícil imaginar cómo cualquier mortal puede convencerse de su propia importancia en la medida que sea capaz de justificar la construcción de grandes pirámides y monumentales replicados de sí mismos para que todo el mundo pudiera admirar y adorar.

No sorprende que el Señor nos haya advertido que el último grado de orgullo, es cuando nos hacemos dioses de nosotros mismos. Cuando el verde gobelino de falso orgullo comienza a poner pintura sobre mi rostro me preocupa ser afligido con el falso orgullo y necesito ser diligente en tratar de mantener mi ego en balance. Curiosamente, desde aquellos días de caminar en las arenas de Egipto la mayor parte del tiempo cuando tengo mi foto me siento un poco de Pharoah-ish.

En Jordania fue fácil ser sorprendido por el ingenio y la determinación de los mortales. Vagando por el valle de Petra fuimos testigos de las sobras de una civilización que inventivamente tomó sus recursos disponibles y creó una ciudad hermosa. Que nos llena de emoción al entrar en aquellas grandes salas excavadas en la roca sólida. No sólo se utilizan sus recursos en la mayor medida, pero terminaron con vivienda lugares que tenía tremendamente gruesos muros que mantienen fresco del calor del verano del desierto y les dieron calor en el invierno.

Me hizo sentir sensaciones maravillosas a pensar que yo pertenecía a la misma herencia eterna como este pueblo que no sólo subsistir en su medio ambiente, pero en la mayoría de los casos hecho mejoras y mejoraron la vida de toda la comunidad. Fue duro salir de Petra sin un sentimiento de mayor responsabilidad y rendición de cuentas para asegurarse que ellos en los mayordomías que serían otorgados a mí, una necesidad de ampliar y mejorar todo lo que podría ser mi entorno para que la vida de otros sea más cómodo y mejor.

Mientras estábamos en Israel estaba constantemente consciente de los sentimientos y pensamientos doblados que estaba teniendo en mi corazón y en mi mente.

Siendo que razón, las bendiciones y la investigación me recuerdan que soy un descendiente de los ancestros que vivieron y amaban esta tierra, hubo tiempos cuando tenía un gran sentido de había vuelto a casa. Nunca olvidaré el sentimiento que surgió a través de mí ser, mientras estuve sentado en las orillas de Galilea cerca de donde el río Jordán comienza a fluir. En esos momentos me llené con el sentido de que yo nunca había sentido más en casa en mi vida.

Una sensación diferente me vino encima en varios lugares mientras estábamos en Israel, pero más poderosamente cuando visitamos el Museo dedicado al Holocausto. Mi alma se llenó de pena y dolor a un mayor grado de que he recordado antes o después. Dolió por los muchos actos de inhumanidad del hombre para el hombre. Pena por la profundidad de los hijos de Dios los cuales son capaces de tanta inhumanidad.

En contrastar los dos sentimientos que parecen controlar mi ser entero por un tiempo, sabía que deseaba mucho más los que sentí en las orillas de Galilea que los que sentí en el Museo del Holocausto.
Era probablemente menos que honesto cuando dije en el párrafo de apertura de este Pensamiento que este viaje de Tierra Santa no me hizo cambio de vida. Porque desde ese día hasta ahora:

Cada vez que hago una autoevaluación nunca anoto cerca de 100% al medir mi trabajo a la plenitud de mi capacidad

Cada vez que hago una autoevaluación nunca anoto cerca 100% al medir tan bien he podido mantener mi ego bajo control

Cada vez que hago una autoevaluación nunca anoto cerca 100% al medir cuánto mejor las vidas de otros son debido a la forma en que he servido en mis mayordomías

Cada vez que hago una autoevaluación anoto más cerca del 100% al medir con una vida llena de sentimientos de Galilea y de las sensaciones del Museo del Holocausto más que cualquiera de las otras lecciones aprendidas en ese viaje memorable


No tenemos que viajar en todo el mundo para tener la vida llena de lecciones que necesitamos aprender y aplicar, pero estoy convencido, dondequiera que estemos durante todos los días buscando estas lecciones y nos dedicamos a aplicarlas, la mejor oportunidad que tendremos de nuestro tiempo en la tierra cumpliendo y éxito.

PENSAMIENTOS PARA UN DÍA DE REPOSO – WILLIAM L. RILEY
EDITADO POR – KATHLEEN W. RILEY


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