domingo, 11 de octubre de 2009

LA VERDADERA SINGULARIDAD

Algo que le ocurre automáticamente a una persona a medida que pasan los años es la expansión de su perspectiva. Hoy me gustaría compartir algunas de mis observaciones en cuanto a la búsqueda generacional por la singularidad. Voy a centrar mis comentarios en la multitud en edad de la secundaria, pero podría haber escogido casi cualquier grupo etario para los pensamientos de hoy.

Cuando asistía a la Secundaria Garden Grove Union los muchachos mostraban su singularidad al usar sus pantalones tan bajos como lo permitiese la gravedad, lo cual tenía la tendencia a encoger al límite la basta recogida y así usar polos (poleras, camisetas) blancas ajustadas y extra largas. El cabello tenía que manejarse con algún tipo de crema aceitosa que mantuviera el tope plano o la cola de pato en su lugar. Las niñas tenían que cortarse el cabello a la altura de los hombros con las puntas hacia arriba y con vinchas impecables del largo de las cejas. Ellas usaban faldas largas y blusas plisadas. Íbamos por el campus como un ejército de clones mostrando nuestra singularidad.

Cuando comencé a enseñar en Kearns, Utah, los jóvenes (ya no estaba de moda llamarlos muchachos) mostraban su singularidad teniendo el cabello seco y usando la camisa fuera de su Levi's. Las jóvenes ahora usaban pantalones sueltos y la mayoría tenía el cabello corto y de estilo deportivo. Cuando la turba pasaba todos podían ver como eran únicos en su universalidad.

Durante los muchos años en los que Kathleen y yo teníamos a nuestros hijos en la secundaria la singularidad se demostraba usando tanto negro como fuese posible y teniendo el cabello tan largo como sus controladores (padres, oficiales de la escuela, etc.) lo permitieran. Era una manifestación única de independencia llamar a todos los adultos por su nombre, especialmente si ese adulto era el responsable de haberle traído al mundo. Era la época de una mórbida singularidad con cabellos largos y sin apellidos que era apoyada por casi todos los muchachos de la escuela.

Hoy no poseo el beneficio de una plataforma que me de ventaja para una buena observación, pero lo que pareciera ser la forma de manifestar singularidad es escoger algún grupo que se haya fundado por afinidad hacia alguna tendencia "popular", a algún sonido, marca o movimiento anti social y luego vestirse y actuar acorde con él. Los nombres han llegado a estar pasados de moda y se usan títulos universales al hablarse los unos a los otros. ('Amigo' es casi el único término que puedo incluir aquí para poder mantener este artículo como pensamientos para el Día del Señor) Se prefiere usar vestimenta que tenga la apariencia de haber sido descartada por un centro de donación de caridad local. El cabello puede ser de cualquier color menos de aquel con el que se nació y se corta de diferente tamaño en una misma cabeza. Los que pertenecen al grupo de cabello corto usan súper gel para asegurarse que las puntas creadas no se muevan de su lugar por el resto del día. Aún cuando la singularidad ha tomado una connotación de identificación tribal, todavía es un sentimiento universal.

Me ha impresionado a través de los años ver que la singularidad se ha desplegado en ciclos siempre repetitivos al observar a los varones levantar o bajar sus pantalones, cambiar el ángulo y el lugar del pico de su cabello y a las damas levantar y bajar la línea de su basta y realizar otros cambios cosméticos como demostración de su individualidad.

No estoy seguro, pero tengo una idea aproximada de que esto no es lo que el Señor tenía en mente cuando nos amonestó a ser una generación escogida, guardianes del convenio, una nación santa, un pueblo peculiar, un real sacerdocio y un tesoro para Él.

Al escudriñar las escrituras he hallado que Él define la singularidad de Sus hijos como aquella por la que uno se distingue en su apariencia modesta, por su hermosura (la belleza que se irradia del ser natural), su limpieza, su pureza, etc., y en la búsqueda continua de este perfil extremo hasta eventualmente poner la imagen de Dios en nuestros rostros.

Parece ser que el Señor desea que seamos un pueblo que se deje llevar menos por los líderes de la moda, las tendencias y las marcas y que estemos más a tono con las enseñanzas de Su Ungido; un pueblo que esté más ansioso por estar en armonía con el Espíritu que tratando de complacer a la turba que parece que nunca sabe a donde quiere ir.

Confío en que aquellos que hoy buscan ser verdaderamente singulares fácilmente lo lograrán cuando sean parte del grupo que se prepara a sí mismo de manera única para permanecer en pie en el Día del Señor.

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