domingo, 25 de septiembre de 2011

EL PONCE DE LEON QUE LLEVAMOS DENTRO

Cuando era joven empecé a sentir primero, que la vida mortal era limitada y que la destreza física era fugaz, luego medité sobre las bendiciones que todos hubiéramos podido disfrutar si Ponce de León hubiese tenido éxito en su búsqueda de la fuente de la juventud.

Sin embargo, mientras los años se han convertido en décadas, me he dado cuenta de que esas mismas emociones que lo llevaron a su búsqueda y que estimularon mis preguntas de la juventud, son a menudo perjudiciales para el alcance de la felicidad final. Una y otra vez la experiencia ha reforzado en mi conciencia que los ídolos adorados por las búsquedas imposibles de alcanzar, innecesarias ,o indeseables por lo general terminan parados sobre pies de barro.

Si en algún lejano momento, muy lejano, un arqueólogo estuviera excavando las ruinas de las ciudades enterradas bajo la grandísima ciudad de Los Ángeles, California, y descubre las bóvedas de las películas y las cintas de la industria de ese entonces, el cine y la televisión antigua se verían abrumados con una impresión muy distinta de las realidades del siglo 21.

Incluso hoy en día la publicidad y el contenido de los programas llevan a la mayor parte del mundo a tener una visión distorsionada de la realidad en que se encuentra Los Ángeles, Las Vegas o Nueva York. Estas llevan a muchos a creer que nuestro mundo está dominado por la gente hermosa que están constantemente involucrados en la comisión o la resolución de la actividad criminal, quienes conducen grandes limosinas y viven en mansiones que nunca están habitadas por madres y padres fieles. Mientras abrimos los ojos al mundo que nos rodea nos damos cuenta rápidamente, mientras paseamos por las calles, que estamos rodeados de personas que no serían considerados como "extras" en una producción de Hollywood. Caminamos a diario con personas que generalmente tienen rostros sencillos y sin tanto esplendor. Nos dirigimos por calles llenas de cómodas casas habitadas por familias sencillas.

Las revistas que ensalzan cuerpos maravillosos con casi nada de grasa, se venden por millones tanto encima como debajo del mostrador. 'Hombres ordinarios' se observan a sí mismos en un espejo y rápidamente se encuentra en un camino empinado que les conduce a sentirse como un patito feo al ansiosamente comparsa con el 'hombre de la playa con un bronceado artificial' retratado en una página reluciente. Después de sólo unos pocos minutos en cualquier playa llena gente que se va a broncear, la realidad rápidamente reafirma a nuestras mentes que la gran mayoría de la sociedad tienen cuerpos que contienen células grasas que se manifiestan como rollitos al rededor del cuerpo.

La buena vida, que se ha correlacionado con las posesiones y el poder adquisitivo, es a menudo anunciada sobre nosotros como la clave necesaria para la adquisición del gozo y el placer terrenal. Sólo se necesita una mínima exposición a las multitudes que viven en moradas deficientes, a quienes se pueden ver, agradecidos y felizmente disfrutando de la vida con mínimas posesiones.

Vemos a las multitudes ganando mayor placer al tener agua pura para beber, mientras otros lo encuentran en vinos finos.

Las multitudes duermen mejor envueltas en sus hamacas, mientras que los de la colina rebotan nerviosamente en sus lujosas camas.

El gastrónomo con su servilleta aun manchada por las salsas las delicias de los "ricos y famosos" rápidamente se toma un puñado de pastillas para calmar su sistema digestivo, que está a punto de sentir repugnancia y llenarlo de dolor. Irónicamente, la dieta fundamental de las multitudes agradecidas a menudo catalogadas los "menos afortunados" brindan resultados más satisfactorios y saludables.

La culpa por la distorsión de los valores de la decadente sociedad no es solamente de aquellos que al nacer han sido bendecido con ciertos atributos como: ser bendecido con belleza, el tener una buena constitución física o tener en abundancia, sino de los falsos predicadores que ejercen su oficio en comerciales implacables, arrojando su propaganda, postulando estos atributos como las únicas normas que han de ser aceptadas y valoradas.

Realmente espero que no estemos corriendo hacia un día en que Jack Sprat y su esposa sean obligados a encerrar sus cuerpos vergonzosos, ocultándolos de la gente hermosa.

En nuestra incesante búsqueda del mítico "sueño americano" es posible que ya hallamos relegado la clase media al otro lado del camino.

A medida que frecuentamos la sección gourmet de los alimentos congelados en el gran almacén, (no es difícil encontrar contradicciones en esa declaración) llenando nuestra carrito hasta el tope, anhelamos casualmente la pequeña tienda de la esquina donde los productos frescos nunca se venden, si llevan más de dos dias en el estante?

La razón y nuestra naturaleza luchadora nunca nos van a permitir fomentar el desarrollo de la satisfacción de la sociedad por lo mediocre, pero a menudo me pregunto si estaría bien avanzar hacia un punto de equilibrio. ¿Sería tan malo si llegáramos a ser un poco más racionales y mucho menos susceptibles a lo que otros consideran que es de mayor importancia en la vida?

Si fuéramos capaces de ver con una visión despejada de los medios publicitarios, y fuéramos capaces de entender con mayor claridad, creo que estaríamos menos propensos a desear esas cosas de la vida que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, en última instancia se arrugan, decaen o se pudren. Realmente nos dolería si fuéramos más propensos a establecer nuestras metas y así usar nuestros momentos más preciados de la vida en la búsqueda de aquellos atributos que son duraderos, estabilizantes y reconfortantes?

Sólo un último detalle al Ponce de León que aún está dentro:

Los arco iris son para ver y disfrutar, no para perseguir!

La vida es para vivir y disfrutar, no para hipotecarla y gastarla.

domingo, 18 de septiembre de 2011

APRENDIZAJE

Creo que fue en el sexto grado, cuando la idea de ser maestro comenzó a burbujear en mi cerebro. Ya durante el comienzo de la escuela secundaria estaba decidido a pagar el precio por seguir la profesión de la enseñanza. Después de servir en una misión en México y de descubrir que era posible enseñar los principios de mi fe, y mantenerme, hice lo que necesitaba para unirme al Sistema Educativo de la Iglesia. A los veinte años era un artista pronunciando conceptos fundamentales en frente de los estudiantes. A los treinta estaba empezando a comprender que el verdadero poder del salón de clases estaba con el alumno y no con el maestro.

Los instructores pueden pasar horas preparándose, puliendo sus planes de estudio hacia un estado de perfección, pero la recepción de los preceptos depende totalmente de la disponibilidad del alumno. El cuerpo físico de una persona puede estar presente y sentado, pero su mente puede estar en el campo de fútbol, en la fiesta del viernes pasado, preparando la cena o perdido en la niebla de la somnolencia.

Los labios titubean al expresar principios que se entienden a medias.
Las palabras caen en oídos que rara vez las reciben de la misma manera en que fueron enviadas.
Los pensamientos son expresados por medio de declaraciones basadas en la experiencia.
Las mentes entienden de acuerdo a lo que han vivido

Mientras las décadas en el pulpito pasaban, me di cuenta..

Que, el ganar la atención al ser entretenido no era necesariamente la mejor manera de expresar los conceptos.

Que, planes de estudio laboriosamente explicados, carecían de valor cuando se impartían a oyentes reacios.

Que, muchas veces hay poca correlación entre lo que el maestro está presentando y lo que el estudiante está recibiendo.

Que los maestros pueden pensar que están a cargo del rumbo que debe tomarse durante un período de clase, pero resultan ser poco más que los creadores de mapas, y cada alumno determinará el camino que está tomando.

Durante mi vida me he encontrado con estudiantes de hace anos y les he oído repetir algo que yo ensene. En muchas ocasiones ni siquiera recuerdo que hubiese dicho tal cosa.

Las palabras salen de los labios de los profetas, los príncipes y los mendigos
Las palabras son escritas por el clérigo, la realeza, y el secretario
Las palabras son proclamadas por el tutor, el coloso y el entrenador
Sin embargo, solamente es el oyente quién determina lo que se aprende

Hace algunos años, el Elder Richard G. Scott, y apóstol en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, me hizo pensar en otra relación profesor / alumno. Él estaba a punto de dar una conferencia sobre ideas que nunca se habían oído o que estaban en el olvido, pero lo que todavía conservo de su consejo es que debíamos dejar que sus palabras fueran un estímulo que abriría las ventanas de los cielos y permitirá que el Espíritu Santo dirija las verdaderas lecciones que necesitamos aprender ese día.

Desde ese día en la sala de conferencias del Hotel Oro y Verde de Quito, Ecuador, me he pasado muchas horas meditando sobre mi receptividad, mientras el Maestro ha tratado de enseñarme las Verdades Eternas de la perfección absoluta de Su Omnipotente Plan de Aprendizaje.

Después de cumplir mi meta de leer las escrituras en la mañana, salí de mi cuarto antes que la inspiración adicional se recibiera?

Después de suplicar por guía, estaba tan preocupado con los afanes del día para escuchar las instrucciones de su voz apacible y callada?

Cuando estaba en discusiones con colegas de confianza hice una pausa para recibir orientación de Él, en cuyo consejo debo confiar más?

Ansiosamente deseaba dormir al final de un largo día y por lo tanto no oí Su respuesta a mis peticiones al lado de la cama?

Me pregunto cuántos de los mensajes del Maestro han sido mal interpretadas por mí, porque yo quería escuchar lo que yo quería oír y no la instrucción que Él estaba tratando de enviar.

El amorosamente envía palabras de pura simplicidad
Sin embargo, oigo tonos sordos y mezclados
Con paciencia El me lleva por caminos de brillante rectitud
Sin embargo, camino por senderos nublados y torcidos

Ya sea en el salón de clases o en corredores Eternos, sobre mis hombros solo descansa la responsabilidad de ser el alumno ferviente y atento!

domingo, 11 de septiembre de 2011

COMUNICACIÓN

Cuando me encontraba en la búsqueda de una educación universitaria, algunas de las clases, en mi área principal de estudio, se convirtieron en un trampolín que me llevarían a interesarme a lo largo de mi vida en el área de la comunicación eficaz. Había crecido con la idea de que la comunicación era una cosa muy simple: yo hablo, usted escucha, usted habla, yo escucho, nos entendemos. Se me fue presentada la idea de que en la comunicación era más frecuente el caso de: Yo hablo-usted escucha algo diferente, usted habla-yo oigo algo diferente, no nos entendemos.

Pues resulta que hay un filtro o un espacio que hace que los pensamientos que expreso en palabras sean filtrados por la manera en que yo hablo, por los prejuicios que he desarrollado, el entendimiento que he alcanzado debido a las experiencias personales y mi estado de ánimo emocional actual .Una vez que envíe estas expresiones filtradas en el aire, entonces estas pasan por un segundo filtro o espacio que hace que las palabras que he enviado sean filtradas por la manera en que la audiencia está acostumbrada a escuchar, los prejuicios que hallan desarrollado, el entendimiento que hallan alcanzado debido a sus experiencias personales y su estado de ánimo emocional actual. Este patrón de falta de comunicación puede continuar mientras seguimos conversando.

Salí de las clases preguntándome si toda esta palabrería habría sido una gran pérdida de tiempo. Con el tiempo llegué a creer que los comentarios, que se entienden a medias, eran mejor que el no hablar en lo absoluto. Finalmente llegué a entender que no estamos atrapados en este dilema, pero a través del proceso del desarrollo de adecuadas habilidades comunicativas, podemos superar los problemas que llevan a malentendidos y errores en la comunicación.

Mis ojos se abrieron y me di cuenta de por qué tan a menudo escuchamos comentarios como:

Eso no es todo lo que dije!

¿Por qué no escucha con más atención!

(Después de escuchar a un orador) Eso no es lo que le oí decir!

Yo no he dicho tal cosa!

No puedo creer que el dijo tal cosa!

Felizmente, también fui introducido en estas clases de habilidades que, de aplicarse, podrían ayudar a los participantes a aumentar las posibilidades de ser mejor entendidos durante las conversaciones. Curiosamente, muchas de estas habilidades requieren una participación activa del oyente en vez del orador.

Empatía: fuerte intento por entender de dónde viene la voz del orador y por qué estarían diciendo lo que están diciendo.

Aceptación: Permitir que el orador se sienta cómodo con un tema determinado, sin que sienta amenazado porque otros saben el tema mejor que él.

Franqueza: Tener un deseo interno de mejorar las relaciones con los demás y evitar la conducta radical y destructiva.

Nivelación: La evaluación de la importancia de su participación en esta conversación en particular.

También hay varias cosas que el orador puede hacer para ayudar en el proceso de la comunicación.

Evitar dar demasiada información: Los mortales son capaces de manejar sólo una serie de estresantes conceptos en un período determinado de tiempo. Sería prudente limitar nuestras conversaciones a uno o dos temas.

Hablar en términos específicos en lugar de generalidades: "Usted me tumbó mi gorra" en lugar de "usted es realmente torpe."

Ser vacilante en vez de terminante: "Usted parece indiferente" en lugar de "usted nunca se ha preocupado por mis necesidades."

Informar en lugar de Ordenar: "Yo no había terminado" en lugar de" deje de interrumpir "

Describir sentimientos: "Eso me duele mucho. "Me siento deprimido."

Cuando sea posible, reemplazar palabras hirientes por palabras útiles: "Espero que lleguemos a un entendimiento de este tópico" en vez de " esto es sencillamente estúpido"

La comunicación llevara a mejores relaciones en vez de relaciones disfuncionales, si tanto el hablante como el oyente están más dispuestos a reconocer abiertamente cuando una comunicación eficaz se ha llevado a cabo.

En un mundo donde continuamente nos enfrentamos con informes de discordia y confrontación, en un mundo donde hay tanta discusión, en un mundo donde hay tanta división y disfunción, sería mejor si todos pensáramos un poquito lo que estamos diciendo y escuchando, si juzgáramos las palabras de otros con más tolerancia, si estuviéramos más dispuestos a respetarnos unos a otros y a hablar con palabras amables.

domingo, 4 de septiembre de 2011

MI PADRE ME CONOCE

Los arqueólogos y los historiadores están capacitados para juzgar los logros de las civilizaciones antiguas y modernas basados en los artefactos y los escritos que han sobrevivido el ataque y la corrosión del tiempo. Ellos llaman a una época muy larga "La edad de piedra" debido a unas pocas y simples herramientas que han sido descubiertas, fechadas y categorizadas. Ellos marcan otra como "Industrial” para describir una época de tiempo cuando los humanos empezaron a abandonar sus granjas familiares y a congregarse en las ciudades con el fin de facilitar la producción de artículos. La teoría sobre la cual el juicio y el registro de las épocas de nuestra existencia se ha construido y sostenido, a menudo trae preocupación a muchos quien ven los logros de los hombres como algo más que un poco de posiciones materiales, o garabatos sobre piedra o papiro.

Cuan agradecidos deberíamos estar que nuestro amoroso Padre Celestial no se limita a las restricciones de los excavadores y los coleccionistas. Deberíamos dar abundantes gracias de que El nunca hará excesivas generalizaciones de grandes grupos de Sus hijos, sino que siempre juzgara a cada hijo independientemente de acuerdo a su entendimiento, su esfuerzo y sus logros.

"Ahora bien, es mejor que el hombre sea juzgado por Dios más bien que por el hombre, porque los juicios de Dios son siempre justos, más los juicios del hombre no siempre lo son."(Mosiah 29:12)

Asi, encontramos a Lot y a su familia salvados a pesar de que las ciudades gemelas de Sodoma y Gomorra habían llegado hasta el punto en que sus copas de iniquidas estaban llenas. Al mirar hacia adelante, Lot escapo la suerte de su esposa quien miro hacia atrás. Este es un componente importante de las buenas nuevas del evangelio. A pesar de que nosotros podemos pasar nuestra vida en una época en que la humanidad practica estilos de vida deshumanizados, nuestra dignidad para ganar un lugar en el reino de Dios, será juzgada únicamente por la forma en que personalmente vivimos.

Hace mucho tiempo, Elías invitaba a la gente de su tiempo a escoger entre Jehová y Baal. Asi mismo, constantemente nos encontramos en circunstancias donde nuestras prioridades se demuestran por nuestros pensamientos, palabras y acciones. No podemos caminar más en dos caminos divergentes con el consuelo de que el antiguo Israel pudo haber servido, tanto a los dioses falsos y a los dioses verdaderos, y seguir siendo el pueblo del convenio.

Cada uno de nosotros debe escoger ya sea entre centrar nuestras vidas en la búsqueda por obtener atributos divinos o entre inundarnos con lo mundano.

Cada uno de nosotros debe decidir 'conseguir lo que queremos deshonestamente' es más importante que el ser totalmente honestos en nuestros tratos.

Cada uno de nosotros debe decidir si va a permitir que lo vulgar sea lo más dominante en nuestras vidas que la pureza.

Cada uno de nosotros debe decidir si hablara profanamente o con la verdad.

Cada uno debe decidir si la posición social va a ser el indicador más importante de nuestro éxito que el servir a nuestros semejantes.

Josué declaro que uno no debe esperar para tomar decisiones, sino que debe tomarlas hoy.

No tenemos que temerle a los juicios de los pobres y los príncipes quienes ven a través de lentes obscuros mientras tropiezan con nosotros en esta vida.

No tenemos que temer que el éxito de nuestro viaje mortal sea determinado por un excavador o recopilador en el futuro, mientras examinan los plásticos, el poliéster y los titulares desvanecidos, que nuestras generaciones han dejado en montones de cosas a través de la tierra.

Nuestro Padre nunca determinara nuestro nivel de progreso haciendo un inventario de nuestros bienes materiales, o comparándonos unos a otros, sino que escudriñara nuestras almas individualmente para ver lo que hemos llegado a ser, teniendo en cuenta nuestras circunstancias individuales, al emular los atributos de nuestros Padres Celestiales.

Uno de los principios de las Buenas Nuevas que deberíamos apreciar más es que el juicio de nuestro viaje mortal vendrá de un amoroso Padre Celestial que escudriñara nuestras almas y será capaz de ver perfectamente la realidad de lo que hemos llegado a ser.