domingo, 21 de octubre de 2012

ÉL ME CONOCE


Durante los últimos seis años, al estar trabajando con los grandes libros del mundo occidental, unos de los conceptos que más me ha impactado y en el que varias veces he vuelto a meditar va como sigue: una real relación con Dios comienza cuando dejamos de buscarlo a Él y le permitimos a Él encontrarnos. Tengo que admitir que la mayor parte del tiempo no llegaba a comprender este principio, pero en esos momentos en los que tenía un destello de iluminación parecía centrarse en derredor, llegando así a obtener una mayor compresión de quién soy y cuál es el propósito de mi existencia.

Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Pues lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronaste de honra y de gloria. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies. (Salmos 8:3-6)

Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios. (Doctrina y Convenios 18:10)

Que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios. (Doctrina y Convenios 76:24)
Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
(Juan 3: 16, 17)

Después de las siete décadas de vida que se me han permitido gozar hasta ahora, siento que al fin he comenzado a entender un poquito lo que significa permitir que Dios me encuentre:

1. Mi testimonio en embrión es que los hijos de Dios necesitan sentir Su amor.

2. Mi testimonio en embrión es que no basta con amar a Dios, sino que uno debe enfáticamente descubrir, sentir y aceptar cuánto nos ama Él.

3. Mi testimonio en embrión es que escudriñar la palabra del Señor fortalece nuestros sentimientos de que Él nos conoce y está al tanto de nuestras necesidades.

4. Mi testimonio en embrión es que aquellos que nos rodean diariamente pueden ser o un puente o un impedimento para nuestros triunfos o derrotas, dependiendo de nuestra percepción de sus acciones y de sus palabras.

5. Mi testimonio en embrión es que no importa hasta qué grado hallamos progresado, aun así tendremos días en los que habrá tiempo para reflexionar en los muchos obstáculos que hemos sorteado, y también serán un recordatorio de que aún habrá muchos más por vencer.

6. Mi testimonio en embrión es que habrá momentos en los que nos detendremos a un lado del camino y estaremos sucios, a lo cual a menudo le seguirá la casi inmediata y gozosa realidad de la limpieza por medio del arrepentimiento, gracias a la expiación.

7. Mi testimonio en embrión es que la creación mortal necesita un descanso del estrés y las preocupaciones, para que en ese estado de calma pueda refrescarse y recargar sus energías.

8. Mi testimonio en embrión es que el cuerpo mortal no puede estar constantemente empujando la rueda, sino que necesita de variedad en las actividades de la vida para estimular una re-creación de su mente, su cuerpo y su alma.

9. Mi testimonio en embrión es que todos necesitamos de un "bien hecho" o de un "tú puedes" de vez en cuando, de parte de nuestros colegas en este viaje, o como testimonio a nuestras almas del Santo Espíritu, para darnos el estímulo necesario para tomar el siguiente paso.

10. Mi testimonio en embrión es que la vida mortal no es suficiente tiempo para aprender todo lo que se necesita saber, hacer todo lo que se necesita hacer, o llegar a ser todo lo que necesitamos ser.

Y Dios el Señor habló a Moisés, diciendo: Los cielos son muchos, y son innumerables para el hombre; pero para mí están contados, porque son míos. Y así como dejará de existir una tierra con sus cielos, así aparecerá otra; y no tienen fin mis obras, ni tampoco mis palabras. Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. (Moisés 1: 37-39)

Uno de los más grandes dones que viene con el hecho de que Dios lo encuentre a uno es que ya no se tiene la percepción de que Dios está tratando de buscar la forma de castigarnos o de hacernos sufrir, sino que se llega a comprender que tenemos un Padre Celestial cuyo más grande deseo y sus esfuerzos continuos se utilizan en ayudar a sus hijos a llegar a ser todo lo que puedan ser.

Debemos obtener una visión constante del hecho de que el Padre Celestial nunca ha creado basura y que todos tenemos una responsabilidad eterna de ir adelante con todo nuestro corazón, mente y fuerza, asegurándonos de que toda su obra no sea en vano debido a nuestra falta de esfuerzo.

No debemos permitirnos, ni permitir que otros, o Satanás, hagan que los esfuerzos combinados de los eternos propósitos de nuestro Padre Celestial sean considerados como nada. ¿Es este el milagro: cuando llegamos a comprender que Él nos conoce (conocimiento que sería imposible si Él no fuera un ser omnisciente) llegamos a saber más quienes somos y por qué venimos al mundo? Llegamos a conocerlo a Él cuando sabemos que Él nos conoce.

Cuando comencemos a entender esta magnífica relación eterna, ¿esto no hará que se regenere nuestra memoria de los maravillosos momentos del pasado - iluminando nuestra comprensión de Su atención constante en nuestro desenvolvimiento diario - dándonos esperanza de la asombrosa realidad de las gloriosas posibilidades de nuestra existencia eterna?

No hay comentarios:

Publicar un comentario