domingo, 11 de agosto de 2013

VIENDO MAS ALLA DE LAS PAREDES Y LAS BARRERAS DE LA VIDA

El otro día salía del templo después de haber pasado una mañana irregular y maravillosa. Fue irregular porque tuve un descanso de cuatro horas entre mis dos sellamientos asignados, y fue maravillosa porque no sólo tenía asignados los dos sellamientos, sino que también tuve la oportunidad de hacer el segundo sellamiento en español.

De todos modos, cuando salía del templo, empecé a girar hacia mi derecha para bajar hacia el estacionamiento. Vi que la maravillosa familia latina que acababa de sellar por la eternidad, y que consistía de la madre, el padre y sus hermosos tres hijos, bloqueaban el camino mientras grababan digitalmente su día especial. Rápidamente gire a la derecha y comencé a bajar las escaleras de la entrada del Templo, y la vista de un perfecto angelito llamó mi atención. Tal vez había celebrado su tercer cumpleaños, pero realmente lo dudo. Ella estaba tratando de ser valiente mientras sollozaba preguntándose como es que no podía entrar al templo porque no tenía un vestido blanco, y porque no sabía dónde estaba su padre y su hermana y sus hermanos.

Al volver a subir las escaleras me di cuenta inmediatamente de su problema. Las hermosas flores y los muros de contención de los terrenos del templo eran barreras y paredes desde su diminuto punto de vista. A pesar de que nunca me he catalogado como una persona muy alta (con la posible excepción del tiempo en que fui bendecido al estar en México y Colombia) mi acrecentado punto de vista me dio la ventaja de casi inmediatamente espiar a su hermana mayor y a su hermano corriendo por todas las partes de la fuente y los caminos, recorriendo el bello jardín.

Ellos estaban obviamente en la misión de buscar a su hermanita perdida, pero ya que la hermana mayor parecía tener unos 10 y su hermano unos 7, la búsqueda y el rescate se interrumpía con frecuencia mientras recolectaban conchas de caracoles y otros tesoros.

Rápidamente junte a los hermanos, y cuando di vuelta para dirigirme a mi carro, me saludó el padre del pequeño ángel, llevando a su pequeño hermanito. El rostro ansioso del padre fue reemplazado rápidamente con una sonrisa de gratitud.

Eche un último vistazo y fui enternecido por la escena en la que el padre decía: "Apuesto a que estabas muy asustada", mientras que su hija se aferraba a su pierna con todas sus fuerzas.

Mientras manejaba agradecía la calidez que continuaba brillando en mi alma. Durante los subsiguientes dias que han pasado, he recordado con cariño el encuentro con mi pequeña amiga.

Durante los días de resplandor, iluminado por la experiencia memorable de aquel sábado por la mañana, he utilizado la memoria para estimular el reflexionar sobre cuán a menudo en mi vida he sido ayudado en mis viajes por alguien que tenía un punto de vista más alto, o por otro que estaba dispuesto a levantarme un poco, para que yo pudiera ver lo que ellos estaban viendo.

Las Escrituras nos recuerdan la importancia de las torres que nos permiten ver a lo lejos. A menudo nos recuerdan la importancia de ver a aquellos que nos destruirían mientras están todavía a cierta distancia. Muchas veces me he imaginado que los de las torres también serían capaces de indicar cuándo es seguro aventurarse afuera de nuestro entorno protector. Por estas razones y las siguientes estoy agradecido de haber tenido en mi vida, espectadores desde las torres.

Adán, que al mantener un libro de memorias de las enseñanzas que recibió de su Padre, nos ayudó a ver más allá del ciego egoísmo de las barreras que nosotros mismos plantamos y nos damos cuenta que somos de hecho guardianes de nuestros hermanos.

Moisés, al que desde lo alto del Monte Sinaí se le dio la visión de dirigir al neófito Israel a la tierra prometida, y dar las leyes y procedimientos fundamentales necesarios para la continuidad de las sociedades.

Abraham, quien fue capaz de ver más allá de los valles de la tierra prometida, y nos dio la visión de que no es suficiente salvarnos a nosotros, pero hay que ir al desierto y estar dispuestos a bendecir a todas las naciones.

Isaías, que desde su alta torre no sólo dio la visión a los de su generación, sino también a aquellos que viven en el meridiano de los tiempos y para los que vivimos en los últimos días; visión que nos ayuda a ver el panorama grandioso del propósito de la vida y de la importancia que el Señor tendría al convertirse en el hilo que une a todas las generaciones.

Aquellos que lucharon por ver a través de la oscuridad de los tiempos, como Mohammed, Justin Maître, Martin Luther, CS Lewis y muchos otros que mantuvieron la llama de la esperanza del evangelio viva, cuando el ver desde lejos era imposible para la mayoría, y cuya luz aún puede orientar y fortalecernos a todos en nuestros nublados días.

Joseph Smith Jr., quien fue inspirado a construir una torre para aquellos que vivirían en la última dispensación, para que pudieran ver por encima de las paredes y las cercas que las filosofías de los hombres y el secularismo continuamente levantarían para amurallarnos.

Añadiendo a esta lista de los nobles, están parados sobre las torres los grandes que llenan nuestro diario vivir; padres, maestros, familiares, amigos y ángeles que vienen a nosotros desprevenidamente. A veces encienden la suficiente luz para que seamos capaces de aventurarnos con seguridad sólo un paso más. A veces nos elevan lo suficiente para que podamos ver los peligros más allá de la pared, o encienden una luz en el camino que nos conduce en la dirección correcta. Sea cual sea la magnitud que su ver o levantar pueda tomar, con su sabiduría acrecentada, nuestros caminos se hacen más cálidos y más brillantes debido a las ventajas de su acrecentada visión.

Por todo esto estoy agradecido, y continuaré estando siendo agradecido mientras ellos me guían hacia ese día en que pueda caminar por última vez en la Casa Eterna del Señor vestido de blanco inmaculado.

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