domingo, 19 de octubre de 2014

LUGARES SANTOS

Cuando Moisés estuvo frente a la zarza ardiente, se le advirtió que debía quitarse las sandalias porque la tierra sobre la que estaba era tierra Santa.

Tanto el Tabernáculo en los tiempos de Moisés como el Templo de Salomón tenían una sección consagrada que era llamada el Lugar Santo.

Israel estaba destinado a convertirse en una Nación Santa con el fin de adorar al Señor en Su Monte Santo.

Pablo escribió a los romanos diciéndoles que el Templo de Dios es santo y luego agregó “el cual sois vosotros”.

Se le dijo a José Smith que los discípulos del Señor deben estar en Lugares Santos y no ser movidos.

José también enseñó que los niños pequeños son Santos.

En el Diccionario Bíblico de la edición del Rey Santiago publicado por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días hallamos las siguientes palabras en la definición de Santo:

Cosas o lugares que son apartados para un propósito sagrado.

Persona santa que posee un oficio sagrado.

Los israelitas fueron un pueblo santo debido a que poseían una relación especial con Jehová.

La palabra santo se refiere al carácter moral.


En los escritos de los profetas está claramente expuesto que el valor de la adoración a los ojos de Dios depende del carácter personal del adorador.

La meditación personal que he hecho en cuanto al significado de Santo me ha llevado a creer que:

Es nuestra noble empresa buscar y hallar lugares Santos.

Es nuestro noble deber permanecer en tierra Santa.

Es nuestro noble llamado el ayudar a crear naciones Santas.


La noble empresa de buscar y hallar Lugares Santos

Realmente no tenía idea y mi preparación tuvo que haber sido muy escasa e inadecuada para lo que iba a ocurrir, pero siempre recordaré la primera vez que me impactó el sentimiento de estar parado en un Lugar Santo. Tenía quince años y dos meses de edad cuando viajé por primera vez al Templo con los jóvenes de la Estaca Garden Grove. Aquellos que me conocían nunca habrían sospechado que yo podía disfrutar de sentimientos espirituales y, por ende, debido a la vergüenza, nunca fui capaz de compartir mis sentimientos en cuanto a la experiencia de haber entrado en las aguas del bautismo en el Templo de Mesa, Arizona, para ser bautizado a favor de alguien que no había tenido la oportunidad de hacerlo en la mortalidad. Lo supe entonces y todavía hoy lo sé, que ese día estuve de pie en un Lugar Santo.

Atesoré otro recuerdo en mi memoria muchos años después cuando Kathleen y yo fuimos tan bendecidos con poder tomar un tour a la Tierra Santa. Me encontraba sentado sobre una gran roca en un bosque de árboles un poco al sur de donde el río Jordán se separa del Mar de Galilea y empieza su recorrido hacia el Mar Muerto. Hacía tiempo que la timidez que me impedía compartir mis sentimientos y hablar de temas espirituales se había vuelto cosa del pasado, por lo que compartí allí y, posteriormente con muchos otros, el gran sentimiento de que al haber estado sentado ese día en aquel pacífico lugar había estado en un Lugar Santo.

Muchas veces nuestra búsqueda es muy forzada, por lo que da poco fruto. Algunas veces no comprendemos cómo debemos buscar, y también debemos entender que es nuestro Padre Celestial el que está a cargo de esos sucesos sagrados, por lo que en los momentos en los que menos esperamos, Él derrama sobre nosotros Su Santo Espíritu, y entonces sabemos que nuestra búsqueda por un Lugar Santo ha dado resultado.

El noble deber de permanecer en tierra Santa

Cuando su caminar se había hecho difícil, y aunque el permanecer alerta le era trabajoso, mi padre iba al Templo de Saint George, Utah, cuatro días a la semana para actuar vicariamente por otra persona en ese Lugar Santo. Él me había enseñado que en aquellos días de carencias él podía hacer una cosa bien, y eso era permanecer en Lugares Santos.

Cuando era un misionero nuevo sirviendo en Ciudad Valles, México, el primer domingo de cada mes mi compañero y yo tomábamos el bus a una pequeña villa montañesa llamada Tancanuitz. Había una familia que había retornado allí luego de haber trabajado en Detroit, Michigan, por algunos años, y nos reuníamos con ellos para tener las reuniones dominicales con la familia, mientras que el resto de domingos del mes ellos tenían sus reuniones dominicales sin nosotros. Me impactó la vez que llegué a ese humilde hogar y vi que ellos habían apartado y dedicado una pieza que se usaba únicamente para esas reuniones dominicales. No tuve que ser muy observador para darme cuenta que esa habitación que nunca se usaba durante la semana para actividades diarias era, de lejos, la mejor de su hogar. Era un Lugar Santo en donde los domingos, o cualquier otro día, podían ir y permanecer en Tierra Santa.

No creo que sea necesario ir a un templo que haya sido construido por los pioneros, o siquiera tener una habitación apartada, para poder ir y permanecer en tierra Santa, pero sí creo que está al alcance de cada uno de nosotros la capacidad de convertir la tierra sobre la cual estemos en un lugar santo. Estoy muy agradecido por los recordatorios que a menudo Kathleen me hace tener presente cuando ora y expresa lo agradecidos que estamos de poder disfrutar de la paz que existe en nuestro hogar y que lo convierte en Tierra Santa.

El noble llamado de ayudar a crear naciones santas

Siempre estaré agradecido por los privilegios y las oportunidades que he disfrutado en la vida que han hecho sencillo el estar diariamente involucrado en el proceso de publicar la paz y recordar la importancia de vivir vidas basadas en un carácter moral.

Aparte de los 55 años en los que estuve enseñando el evangelio del Señor diariamente, pude servir misiones de tiempo completo: la primera cuando joven en México y la siguiente con Kathleen en Colombia, cuando ya no éramos tan jóvenes. También recibí llamamientos en la Iglesia que me exigían compartir la palabra constantemente. No sé si alguien ha sido afectado por todas esas oportunidades de las que he disfrutado, pero continuamente he tenido la esperanza de que si trabajo todos los días de mi vida y ayudo a salvar aún cuando fuere una sola alma… tendré gozo.

Con todas estas bendiciones adicionales que han traído a mi vida los privilegios de los cuales he disfrutado, soy presto en recordarme a mí mismo y a los demás que la labor más importante en la que tenemos que embarcarnos es crear Naciones Santas dentro de las paredes de nuestros hogares. Nada que yo haga será de mayor importancia que crear un lugar de santidad para Kathleen, nuestros hijos, nuestros nietos y bisnietos, y para toda nuestra descendencia. No sé cuántos seremos ahora, pero cuando el abuelo Law tenía 90 en la década de 1960, él estimaba que sus descendientes directos bordeaban las 500 personas. Si él pudiera hoy estar aquí y contarnos, lo que vería sería una nación. Él creó una Nación, y ahora, ya sea que escojamos permanecer en lugares santos, o convertir el lugar en el que estemos en tierra santa y continuar aumentando, esa Nación creada no sólo es parte de nuestro derecho de nacimiento, sino que se convierte también en nuestro propósito.

Es nuestra noble empresa buscar y hallar lugares Santos.

Es nuestro noble deber permanecer en tierra Santa.

Es nuestro noble llamado el ayudar a crear naciones Santas.

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