domingo, 18 de enero de 2015

LA MAYORDOMIA DE LAS BENDICIONES

Era una manera maravillosa de pasar el tiempo – sentarse en una mesa para picnic en el parque – acostarse en una bolsa para dormir mirando las estrellas – caminar por la playa – en cualquier lugar y a cualquier hora.

El número de jugadores puede expandirse o disminuirse – con un amigo – con una tropa – con alguien muy especial – podría incluso hacerse de una manera silenciosa.

Lo maravilloso de esta actividad – es que no requirió un tablero – no se necesitaron ni dados ni trompos – no se requirió una mesa especial.

Al igual que algunos otros juegos – no se llevó ninguna puntuación – nunca se declararon ganadores – nunca nadie recibió bonificación o penalización.

Sospecho que en la época de mi bisabuelo habría sido llamado "¿Qué harías si tuvieras mil dólares? 'Mis bisnietos probablemente lo llamarán' ¿qué harías si tuvieras un billón de dólares? 'En los días de Abraham los pastores probablemente lo llamaban '¿qué harías si tuvieras 1.000 ovejas. En nuestra juventud, mis amigos y yo lo llamamos '¿qué harías si tuvieras un millón de dólares?

Sospecho que las mentes jóvenes siempre han incluido en su lista de deseos cosas tales como los últimos y más brillantes medios de transporte – ropa de moda para cubrir el cuerpo – el cumplimiento de los sueños de viajar a lugares exóticos y lejanos – alguien que cumpla cada deseo – palacios con vistas infinitas. La imaginación fue el único límite a la extensión de la lista.

Así como los niños pastores en las llanuras palestinas, esas cosas que alguna vez imaginaron mientras jugaban '¿qué harías si tuvieras 1.000 ovejas', no son ahora más que montones de óxido y polvo. Del mismo modo, con esos deseos de los compañeros de mi bisabuelo, lo que queda son ahora son solo los recuerdos almacenados en las salas de los museos. Incluso la mayoría de las contribuciones que mis amigos y yo hicimos mientras nos sentábamos en una mesa de picnic o caminábamos por la playa hace mucho tiempo, han migrado a un depósito de chatarra o a un relleno sanitario.

A medida que se añaden los días, meses, años y décadas a la estadía de uno en la tierra, con suerte, se añade también sabiduría a sus anhelos juveniles. Con suerte, llegan a comprender que la acumulación de la riqueza trae consigo un aumento de obligaciones y responsabilidades hacia sus crecientes mayordomías.

A diferencia del juego que jugábamos cuando nos cansamos de tratar de contar las estrellas, que no tenía reglas, parece que hay reglas importantes que rigen el cómo uno actúa como mayordomo de aquello con lo que ha sido bendecido.

Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (Lucas 12:15)

Porque de aquel a quien mucho se da, mucho se requiere... (Doctrina y Convenios 82: 3, Lucas 12:48)

Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios. (Lucas 12:21)

Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará tu corazón. (Lucas 12:34)

Ay de vosotros, hombres ricos, que no queréis dar de vuestros bienes a los pobres!, porque vuestras riquezas corromperán vuestras almas; y ésta será vuestra lamentación en el día de la visitación, de juicio y de indignación: (Doctrina y Convenios 56:16)

Siempre me ha sorprendido que cuando las responsabilidades y las obligaciones de la mayordomía sobre las bendiciones entran en una discusión, rápidamente la condenación comienza a acumularse sobre el 1% de aquellos que han sido bendecidos con abundancia y mucho más.

Sin embargo, las reglas de la responsabilidad hacia la mayordomía no parecen estar restringidas a esa minúscula porción de la población de la tierra.

Ni permitiréis que vuestros hijos andes hambrientos ni desnudos...Y además vosotros mismos socorreréis a los que necesitan de socorro; y no permitiréis que el mendigo os haga su petición en vano y sea echado fuera para perecer…pues he aquí, no somos todos mendigos? No dependemos todos del mismo Ser, si, de Dios, por todos los bienes que tenemos?...cuanto más justa será vuestra condenación por haberle negado vuestros bienes, los cuales no os perteneces sino a Dios....Y además digo a los pobres, vosotros que no tenéis, y sin embargo, tenéis lo suficiente para pasar de un dia a otro, me refiero a todos vosotros que rehusáis al mendigo, porque no tenéis; quisiera que en vuestros corazones dijeseis: No doy porque no tengo, pero si tuviera daría. Y ahora bien, por causa de estas cosas que os he hablado – es decir a fin de retener la remisión de vuestros pecados de dia en dia, para que andéis sin culpa ante Dios –quisiera que de vuestros bienes dieseis a los pobres, cada cual según lo que tuviere, tal como alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente, según sus necesidades... (Extractos de Mosia 4 – Libro de Mormón)

Sospecho que algunos que han habitado la tierra, han alcanzado alguna vez el nivel de la viuda y su ofrenda, que era todo lo que ella tenía. Mientras leía la historia de esta bendecida mujer, a menudo la he visto como una semejanza de Jesús el Cristo y nuestro Padre Celestial, quienes han dado todo, para que podamos disfrutar de la abundancia de la tierra y obtener la vida eterna.

Pocas veces encontramos que los niños estén obligados a emular al Padre dándolo todo, pero las reglas eternas que rigen la materia temporal parecen indicar que tenemos que tener cuidado de cuanto le negamos a nuestros hermanos y hermanas y retenemos para nuestros propios excesos. ¿Después de todo, no nos dio el Salvador la admonición de emular al Padre hasta la perfección?

Hay dos grupos de los que me he dado cuenta personalmente o por reputación, que creo que de alguna manera han capturado un entendimiento de la responsabilidad que viene con las cosas que tienen a su disposición.

El primero sale del grupo del 1%, que en realidad tenía 1.000 ovejas o un billón de dólares, mientras estaban en la tierra. Me maravillo de los barones que acumularon grandes fortunas mientras que ayudaban a forjar los cimientos de nuestra nación, que utilizaron sus riqueza para construir bibliotecas, museos, hospitales y muchas otras instituciones que no se han oxidado ni podrido, pero que continúan enriqueciendo la vida mucho después de que ellos mismos se han ido por el camino de toda la tierra. Admiro profundamente los del 1% de nuestra generación actual que han hecho la promesa de los billonarios y que rápidamente se apuran a alimentar, vestir y administrar las necesidades de aquellos que están en necesidad de auxilio.

El segundo grupo son esas almas caritativas que conocí durante esos años en que tuve el privilegio de vivir en México y en Colombia. Siendo un joven de 19 años, me encontré en las pequeñas ciudades del centro y norte de México y no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que estaba en un entorno muy diferente al que había dejado en el sur de California. Yo venía de una familia que tenía suficiente y de sobra, y fue criado por padres que dieron libremente de su tiempo, sus talentos y posiciones. En México me encontré involucrado con muchos que no tenían suficiente y mucho menos de sobra. Sin embargo, una y otra vez los vi tomando de lo poco que tenían y poniendo su ofrenda en los platos de sus hermanos. Cuando Kathleen y yo tuvimos la oportunidad de vivir y servir en Colombia estábamos constantemente al tanto de personas, que tenían y que no tenían, y que socorrían las necesidades de los vecinos.

Una de mis bendiciones, por la que voy a estar siempre agradecido, es que he pasado mis días inmerso en una sociedad que enseña y practica la responsabilidad y las obligaciones que acompañan las bendiciones.

A pesar de que rara vez juego '¿qué haría si tuviera un millón de dólares?, esperaría hacer mi lista mucho menos egoísta y más desinteresada que la escupí en mi juventud.

Pensé en añadir a este pensamiento todas las bendiciones que se prometen a los que son fieles mayordomos, pero luego me di cuenta de que una vez que empezamos a soñar con cosas que aún no tenemos, hemos perdido toda la finalidad del ser fieles mayordomos .

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