domingo, 25 de enero de 2015

HERRAMIENTAS PARA PROMOVER LA FE

Siempre he estado un poco más que asombrado de aquellas personas que pueden expresar sus pensamientos de formas inteligentes, nuevas e inusuales. Mi asombro aumenta cuando estas mismas personas tienen la capacidad de hacerlo mediante versos poéticos. Por lo tanto, Carol Lynn Pearson llegó a ser una de mis favoritas en mi primera introducción. Su libro Beginnings tiene un lugar especial en la gran colección que Kathleen ha formado en nuestro hogar.

Como introducción al Pensamiento de esta semana, comparto lo siguiente de esta talentosa autora:

Amigo,
¿Mides la tierra con un barómetro?
¿Puedes entender la ley de gravedad
al probar el punto de congelación del barro
en su más alta densidad?
¿No hay Dios por regladle conocimiento?
Amigo,

Examina tus herramientas.
Para descubrir a Dios
debes hacer un plan de la naturaleza de Dios mismo.
No la naturaleza del hombre.
La única clave es aquella facultad olvidada que corre a través tuyo ahora y entonces,
eludiendo la mano y sorprendiendo la mente.
Espíritu es llamado.

Amigo,
No encontrarás a Dios mediante las herramientas equivocadas.
¿Quién mide el peso de una piedra con una cinta métrica?

Tontos.

El lamento de aquellos quienes han intentado con manos no capacitadas utilizar herramientas no apropiadas es predecible:

"¡Oh vosotros que estáis subyugados por una loca y vana esperanza! ¿Por qué os sujetáis con semejantes locuras? ¿Por qué esperáis a un Cristo? Pues ningún hombre puede saber acerca de lo porvenir. He aquí, estas cosas que llamáis profecías, que decís que las transmiten los santos profetas, he aquí, no son más que insensatas tradiciones de vuestros padres. ¿Cómo sabéis que son ciertas? He aquí, no podéis saber de las cosas que no veis; por lo tanto, no podéis saber si habrá un Cristo." (El Libro de Mormón – Alma 30: 13-15)

"Sí, hay muchos que dicen: Si nos muestras una señal del cielo, seguro luego sabremos; y entonces creeremos. Ahora yo os pregunto: ¿Es fe esto? He aquí os digo que no; porque si un hombre sabe una cosa, no tiene necesidad de creer, porque la sabe. Y ahora bien, como decía concerniente a la fe: La fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenéis fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas." (El Libro de Mormón – Alma 32: 17, 18, 21)

"Y Alma le dijo: ¿Negarás nuevamente que hay un Dios, y negarás también al Cristo? Pues he aquí, te digo: Yo sé que hay un Dios, y también que Cristo vendrá. Ahora bien, ¿qué evidencia tienes de que no hay Dios, o de que Cristo no va a venir? Te digo que no tienes ninguna salvo tu propia palabra únicamente. Más he aquí, yo tengo todas las cosas como testimonio de que estas cosas son verdaderas; y también tú tienes todas las cosas como testimonio para ti de que son verdaderas; y ¿las negarás? ¿Crees que estas cosas son verdaderas? He aquí, yo sé que lo crees, pero estás poseído de un espíritu de mentira, y has desechado el Espíritu de Dios de manera que no puede tener cabida en ti; pero diablo tiene poder sobre ti, y te lleva de un lado al otro, inventando artimañas para destruir a los hijos de Dios.

Y Korihor le dijo a Alma: Si me muestras una señal para que me convenza de que hay un Dios, sí, muéstrame que tiene poder, y entonces quedaré convencido de la verdad de tus palabras.

Más Alma le dijo: Ya has tenido bastantes señales; ¿Quieres tentar a tu Dios? ¿Dirás: Muéstrame una señal, cuando tienes el testimonio de todos estos tus hermanos, y también de todos los santos profetas? Las

Escrituras están delante de ti; sí, y todas las cosas indican que hay un Dios, sí, aun la tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su movimiento, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo."
(El Libro de Mormón – Alma 30: 39 - 44)

A lo largo de la historia de la experiencia humana aquellos que se han abierto a sí mismos a las experiencias más allá de los sentidos del cuerpo físico, han disfrutado la maravillosa ilustración que viene por permitirle a los sentimientos del Espíritu colocar la vista, el oído, el gusto y el sentimiento en el papel de ser un testigo secundario.

Observamos cómo el espíritu inspirado de Rebeca le indica guiar la mano de Abraham para bendecir a Jacob con la primogenitura la cual, de otra manera, habría sido conferida a Esaú. Leemos el testimonio visionario de Isaías acerca de un futuro Salvador, quien nacería de una mujer. María llega a saber de mensajeros enviados del cielo, que ella sería la Madre del Emmanuel prometido. En casi todas las tierras y entre todas las naciones ha habido aquellos que han ganado y entendido las verdades Eternas porque han llegado a conocer las herramientas que promueven la fe en cosas que no se ven ni se escuchan con ojos y oídos mortales.

"Pero ahora mis propios ojos han visto a Dios; pero no mis ojos naturales, sino mis ojos espirituales; porque mis ojos naturales no hubieran podido ver, porque habría desfallecido y me habría muerto en su presencia; más su gloria me cubrió, y vi su rostro, porque fui transfigurado delante de él."
(La Perla de Gran Precio – Moisés 1: 11)

"Y ahora, él comunica su palabra a los hombres por medio de ángeles; sí, no sólo a los hombres, sino a las mujeres también. Y esto no es todo; muchas veces le son dadas a los niños palabras que confunden al sabio y al erudito. Pues como dije acerca de la fe, que no era un conocimiento perfecto, así es con mis palabras. No podéis, al principio, saber a la perfección acerca de su veracidad, así como tampoco la fe es un conocimiento perfecto.

Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras.

Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a ser deliciosa para mí. He aquí, ¿No aumentaría esto vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto. Más he aquí, al paso que la semilla se hincha y brota y empieza a crecer, entonces no podéis menos que decir que la semilla es buena; pues he aquí, ¿No fortalecerá esto vuestra fe? Sí, fortalecerá vuestra, porque diréis: Sé que ésta es una buena semilla; porque, he aquí, brota y empieza a crecer. Luego, ¿No es esto verdadero? Os digo que sí, porque es luz; y lo que es luz, es bueno, porque se puede discernir; por tanto, debéis saber que es bueno; y ahora bien, he aquí, ¿Es perfecto vuestro conocimiento después de haber gustado esta luz? He aquí, Os digo que no; ni tampoco debéis dejar a un lado vuestra fe, porque tan solo habéis ejercitado vuestra fe para sembrar la semilla, a fin de llevar a cabo el experimento para saber si la semilla era buena. Y he aquí, a medida que el árbol empiece a crecer, diréis: Nutrámoslo con gran cuidado para que eche raíz, crezca y nos produzca fruto. Y he aquí, si lo cultiváis con mucho cuidado, echará raíz y crecerá, y dará fruto. Más si desatendéis el árbol, sois negligentes en nutrirlo, he aquí, no echará raíz; y cuando el calor del sol llegue y lo abrase, se secará porque no tiene raíz, y lo arrancaréis y lo echaréis fuera. Y esto no es porque la semilla no haya sido buena, ni tampoco es porque su fruto no sea deseable; sino porque vuestro terreno es estéril y no queréis nutrir el árbol; por tanto, no podréis obtener su fruto. Y por lo mismo, si no cultiváis la palabra, mirando hacia adelante con el ojo de la fe a su fruto, nunca podréis recoger el fruto del árbol de la vida. Pero si cultiváis la palabra, sí, y nutrís el árbol mientras empiece a crecer, mediante vuestra fe, con gran diligencia y con paciencia, mirando hacia adelante a su fruto, echará raíz; y he aquí, será un árbol que brotará para vida eterna. Y a causa de vuestra diligencia, y vuestra fe y vuestra paciencia al nutrir la palabra para que eche raíz en vosotros, he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto, el cual es sumamente precioso, y el cual es más dulce que todo lo dulce, y más blanco que todo lo blanco, sí, y más puro que todo lo puro; y comeréis de este fruto hasta quedar satisfechos, de modo que no tendréis hambre ni tendréis sed. Entonces, hermanos míos, segaréis el galardón de vuestra fe, y vuestra diligencia, y paciencia, y longanimidad, esperando que el árbol os dé fruto."
(El Libro de Mormón – Alma 32: 23, 26-30, 35-43)

Así como todas las otras herramientas que existen o que existirán, las herramientas que promueven la fe serán usadas más efectivamente cuando se mantienen brillantes y libres de óxido - cuando son afiladas con frecuencia - y cuando son usadas con habilidad bajo la ingeniosa mano de un artesano con buena práctica.

Que el Señor nos bendiga para que no nos cansemos ante el calor del sol o nos atemoricemos por la oscuridad de la noche, más que sigamos adelante con diligencia, añadiendo a nuestra fragilidad entendimiento de las cosas que no se ven y que no se escuchan, hasta que el velo del olvido sea removido y que de nuevo podamos ver claramente a través del vidrio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario