domingo, 19 de septiembre de 2010

PARA QUE APRENDAIS A SER MAS SABIOS

Fue un tiempo emocionante y aterrador cuando nuestra joven familia decidió que no podíamos postergar la necesidad de tener dos carros. Teniendo en cuenta nuestros pocos ingresos tratamos de actuar con prudencia al salir a comprar un carro usado que no dañara nuestro presupuesto severamente.

A las pocas semanas de adquirir esta nueva carga o necesidad, un sentimiento que cambia tan frecuentemente como el clima, descubrimos que el ventilador de la calefacción no funcionaba. Esto resulto ser un problema menor, que fue remediado rápidamente cuando reemplazamos un fusible que había sido quitado de la caja de fusibles bajo el tablero. Al prender el ventilador que ahora funcionaba con el fusible insertado, rápidamente nos dimos cuenta de porque se había quitado el fusible. Fuimos recibidos por un molesto y desagradable ruido que incomodo a todos los que estaban en el carro. Las buen noticia fue que el ruido no duro mucho, ya que rápidamente el ruidoso y defectuoso ventilador hizo explotar el fusible.

Habíamos comprado el carro durante los calurosos meses del verano, y el ventilador había sido puesto en nuestra lista de las cosas de menos prioridad para arreglar, la cual fue gobernada por las restricciones de nuestro poco presupuesto. Para el tiempo en que el invierno llego nuestro presupuesto para arreglar las cosas había bajado a cero, y no fuimos capaces de generar los fondos de otras áreas que pensábamos serian suficientes para cubrir los costos de la instalación de un nuevo motor.

Dos inviernos fríos, un caso de hipotermia y numerosas paradas en el tráfico para raspar el hielo de las ventanas del carro, se decidió finalmente que los sufrimientos y peligros al manejar un carro sin calefacción o descongelador no podrían ser tolerado más. El nuevo ventilador del motor y el trabajo por la instalación seria costoso, pero el precio sería pagado para que así el carro pudiera ser un medio de transporte más útil y cómodo para la familia.

A la siguiente mañana lleve el carro al mecánico, completamente relegado a la suerte de reemplazar el ventilador de la calefacción del motor. Esa tarde cuando recogí el carro se me presento la siguiente factura:
Media hora de trabajo...........................$8.50
Limpieza de la bobina del calentador............$8.50
Total..........................................$17.00

Cuando le pregunte al mecánico que había estado causando el ruido y la explosión de los fusibles, el me paso un lapicero mordido que había caído en la rejilla de descongelamiento, y me dijo que esto había causado que el ventilador se pegara y que un cable del ventilador del motor se soltara

Mi mente se llenó con los recuerdos de esos inviernos fríos raspando el hielo de las ventanas por dentro y por fuera del carro, aguantando el dolor de las manos, de la nariz y de los pies congelados, junto con el llanto y el sufrimiento de los miembros de la familia murmurando. Habíamos sufrido por tres inviernos parecidos a los del grupo Donner** cuando la solución era tan simple e inofensiva y al alcance de nuestros pocos recursos. Tuvimos miedo de un Dragón, cuando con un poco más de conocimiento hubiéramos sabido que estábamos enfrentando a un ratón con un ego de rugido de león.

Asi como estaba 100% seguro que el ventilador roto de nuestro primer carro usado iba a hacer ruido, siempre es fácil mirar hacia atrás en la historia y criticar las decisiones de nuestros ancestros mientras leemos de sus sufrimientos causados por la ignorancia, cuando solo con un poco de conocimiento ellos hubieran podido evitarse un gran dolor.

Los viajes en velero trajeron estragos, muertes horribles a miles de antiguos marineros.

Irónicamente, muchas veces los cascos de sus barcos estaban cargados con alimentos ricos con los elementos que hubieran parado el destructor que atormentaba sus cuerpos.

Familias bien intencionadas rellenaron de papel y tela las grietas de sus casas atrapando dentro de sus hogares el aire contaminado por la mortal enfermedad, convirtiendo sus casas literalmente en tumbas, en un intento equivocado por mantener la plaga afuera de los mismos cuartos que estaban sofocados con los gases de esas temidas enfermedades.

Por siglos miles han muerto al comer alimentos con moho, sin tener esa pequeña llave de conocimiento que algún día abriría los elementos que salvarían vidas, contenidos dentro de la misma substancia que fue muy a menudo la causa de su muerte.

Los virus reinaron por miles de años, atacando silenciosa y secretamente, hasta que eventualmente se descubrió que el poder de estos diminutos asesinos podría ser refrenado al usarlos para destruirse a si mismos, o cuando se administra en pequeñas cantidades puede inclusive aumentar las autodefensas del cuerpo que ellos destruyeron una vez.

Sería probablemente imposible, inclusive ahora con la ayuda de la computadora, catalogar los eventos que proclaman el sufrimiento interminable del hombre, traído por causa de la ignorancia universal y el miedo que se genera cuando uno se enfrenta a un enemigo desconocido. Es fácil y peligroso envanecerse al ser iluminado con poco de conocimiento, mientras vemos los hechos a través de un vidrio tan solo un poco más claro, pensando que hemos aprendido la lección y que nunca volveremos a caer victimas del destructivo efecto de reaccionar a la ligera.

Uno de los giros curiosos de nuestra actual generación, que ha producido un Dragón, que con cada día que pasa, exhala las por siempre crecientes llamas de la muerte, es que hoy, a diferencia de nuestros antepasados, parece que tenemos la tendencia de traer sufrimientos sobre nosotros, a pesar de estar beneficiados con el conocimiento de las épocas pasadas.

Nuestro conocimiento sobre nutrición ha aumentado, aun así la gran glotonería y la malnutrición causa estragos a nuestra nación y extiende sus tentáculos de comida rápida sobre una porción cada vez mayor del planeta.

A medida que nos damos cuenta de los efectos nocivos que el uso indebido de químicos y sustancias trae a nuestros cuerpos y mentes, continua acelerando el abuso de las drogas, aditivos, píldoras que se pueden comprar sin receta o con ella.

Los habitantes de la tierra se han reclinado y han sido testigos de la substitución del lanzamiento de rocas por la honda, la flecha y la bala. A pesar de los sueños de una vida pacifica de cada generación, el abastecimiento de armas crece cada vez más y más, con armamentos cada vez más destructivos. A pesar de los volúmenes de historia que han dado evidencia al hecho de que la paz no viene por la superioridad de las armas, continuamos aumentando nuestra habilidad de administrar sufrimiento y dolor.

Hace mucho tiempo el profeta Moroni del Libro de Mormón, que había sido testigo de la total destrucción de su nación, tristemente escribió estas palabras a una generación aun por nacer:

"No me condenéis por mi imperfección, ni a mi padre por causa de su imperfección, ni a los que han escrito antes que él, más bien, dad gracias a Dios que os ha manifestado nuestras imperfecciones, para que aprendáis a ser más sabios de lo que nosotros lo hemos sido" Mormón 9:31

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