domingo, 12 de diciembre de 2010

UNOS POCOS SEGUNDOS DE QUIETUD

Una de las escrituras que a menudo releo y reviso en mi mente es la primera parte del versículo 10 del Salmo 46. Quedaos tranquilos y sabed que Yo soy Dios.


Mientras medito sobre la relación entre la silenciosa contemplación y el llegar a conocer a Dios, parece obvio que el ajetreo, el bullicio y el alboroto que domina nuestras vidas en la mayoría de las celebraciones tiene una definida tendencia de llevarnos a pensar o que sabemos de todo excepto de Dios.


Hay unos pocos, que mientras se sientan en un estadio repleto de gritando fanáticos en un Domingo por la tarde, han meditado sobre la Deidad en sus mentes. Quizás a veces una frase blasfemia podría ser pronunciada, pero no creo que eso es lo que el Salmista tuviera en mente. Parece que mientras los bailadores son ensordecidos por decibeles desconocidos por los hombres, rara vez se detendrán para meditar sobre la realidad de los Seres Eternos. Lamentablemente esta antítesis de la celebración parece ser más evidente mientras nos acercamos y conmemoramos el nacimiento del Hijo de Dios.


Mientras nos conglomeramos en la confusión que rodea el Viernes Negro me pregunto de cuan a menudo nos detenemos para pensar sobre José y María tratando de encontrar un lugar donde hospedarse en la conglomerada ciudad de Belén? Estaremos tan ocupados tratando de conseguir el ultimo muñeco que habla antes que se los lleven todos, que no podremos meditar sobre ellos encontrando refugio en la gruta de un establo? Cuan a menudo nos detenemos y tratamos de captar la ironía que nos rodea, mientras nos olvidamos de mantener Su Día Sagrado, codeando en el centro comercial para encontrar nuestro camino en el tercer día de ese fin de semana en vez de encontrar una banca en una capilla cercana, con el fin de comprar el ultimo aparato electrónico que será otro instrumento que ocupara nuestras mentes y nos distraerá del contemplar la Divinidad?


Me pregunto si mientras correteamos, nos tensionamos y tratamos de poner las luces en los picos más altos, o mientras adornamos el árbol, o al organizar el pueblito de navidad, se nos recuerda de esa estrella maravillosa que señalo el camino hacia el Príncipe de Paz? La preocupaciones sobre las luces quemadas o las decoraciones rotas, o las partes que faltan nos distraen tanto que no somos capaces de concentrarnos en el testimonio nacido por ese cuerpo celestial durante esa silenciosa y sagrada noche? Reflexiono sobre como he despreciado Su guía en el pasado y reflexiono del como dedicarme diligentemente a esta tarea en el futuro?


Me pregunto mientras nos apresuramos tratando de tener una casa impecable para asegurar una cómoda y placentera estadía a los familiares y amigos que se aproximan rápidamente, si tenemos en cuenta las condiciones de esa Sagrada Familia mientras María traía a la vida a Emmanuel? Mientras vemos un gabinete más por desempolvar o un armario más por enderezar, permitimos que nuestras mentes mediten por un instante sobre la misión del Bebe recién nacido?


Mientras hacemos nuestras compras, empacamos, compramos más, encontramos lugar para esconder y guardar las compras, más compras, empacar más y cuidar cada estresante detalle, me pregunto si estaremos por siempre maravillados como los fueron esos humildes pastores por los ángeles en ese silencioso campo de tiempo atrás? Mientras miro mi abundancia y los múltiples instrumentos de entretenimiento, reflexiono de que en verdad estas bendiciones existen porque El existe?


Dejo de apresurarme lo suficiente para evaluar la grandeza de mis bendiciones? Estoy tan cegado por el gozo que a menudo viene con la compra de lo reluciente y brillante, que estoy tan distraído para detenerme y dar un tributo de agradecimiento a El del que todas las luces fluyen?


Al entrar a la sala repleta de regalos en la manana de Navidad me pregunto si nuestras mentes contemplan la llegada de los Reyes Magos a la humilde familia trayéndole regalos dignos al Rey de Reyes? Mientras abrimos regalo tras regalo nos detenemos un momento para recordar a Aquel que trajo el más grande de todos los regalos a la humanidad? Me maravillo y aprecio, inclusive por unos segundos, la salvación traída por mi Salvador?


Mientras transformamos nuestras cocinas en arenas de excelente culinaria, me pregunto si consideramos la escasa comida que María y José comieron mientras el Nino dormía en un pesebre y las bueyes bramaban? Mientras participamos del abundante banquete, llenando nuestro plato una y otra vez, meditamos sobre la pobreza que rodeaba al Redentor Prometido mientras Él llegaba al mundo, a salvar al mundo? Mi reconocimiento por quien es El y por lo que El hizo aumenta tanto como mi estómago durante el banquete?


Parece evidente que esas mismas distracciones ensordecedoras que impiden nuestra contemplación de Jesucristo durante la celebración de Su nacimiento se encuentran también durante el año. Si no buscamos conscientemente esos lugares y momentos silenciosos en nuestras vidas, es muy fácil olvidarse de Él y lo mucho que deberíamos amar y apreciar Su vida, Su misión y Su sacrificio salvador.


Oro para que durante esta apurada temporada y a través del ano busquemos momentos en los que estemos en silencio y busquemos al Salvador, estemos tranquilos y contemplemos la grandeza del Señor; Quedaos tranquilos y sabed que Él es Dios!


Escrituras: 2 Tesalonicenses 3:16, Isaías 57:19, Santiago 3:18, Isaías 14:7, Isaías 32:18, 1 Pedro 3:4

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