domingo, 14 de agosto de 2011

LA PRACTICA HACE AL MAESTRO

Una dulce anciana se olvida de apagar el agua de la bañera, y cuando regrese al baño, el piso se está llenando de agua. No sabiendo qué hacer, se apresura hacia el teléfono y llama al plomero y se le informa que el estará allá en un momento.

Unos minutos más tarde ella mira su lista de cosas para hacer y se da cuenta que tiene que ir de compras esa mañana. De inmediato agarra sus llaves y maneja hacia la tienda.

El plomero llega y toca la puerta, y el loro de la dulce anciana responde con su mejor voz, "¿Quién es?" El plomero responde: "Es el plomero!"

El loro responde: "¿Quién es?" El plomero le responde aún más fuerte: "Es el plomero!!"

El loro responde: "¿Quién es?” Ahora el plomero grita, "ES EL PLOMERO!!"

El loro responde: "¿Quién es?" El plomero exasperado y enrojecido, llena sus pulmones y está a punto de gritar con todas sus fuerzas cuando se desmaya en la puerta de la casa.

Poco después vuelve la dulce anciana y al ver al plomero desmayado en el peldaño dice: "¿Quién es él?" El loro responde: "Es el plomero!"

No recuerdo cuándo o quién me contó este chiste (quizás Buddy Hackett), pero durante mi vida lo he usado en numerosas ocasiones en las conversaciones, y para recordarme a mí mismo que los pensamientos, las palabras y las acciones que se repiten constantemente se vuelven un hábito.

Constantemente se nos recuerda, en todos los ámbitos de nuestra vida acerca, los resultados desastrosos si esos pensamientos, palabras y acciones son negativos.

"Como un hombre piensa en su corazón así es él." (Proverbios 23:7) Además de la decadencia que le llega a nuestras mentes, un gran don de Dios, hay un gran peligro grande mientras constantemente pensamos en los viles comportamientos de los mortales, y es que en poco tiempo estos pensamientos empiezan a ser parte de nuestro vocabulario y acciones. A pesar de que el juicio final no se ha dado, más y más datos parecen indicar que las acciones predadoras y violentas se basan en el estar expuestos prolongadamente a materiales perversos y destructivos.

Las palabras vulgares y profanas repetidas muy a menudo, se alojan en nuestras mentes tan firmemente que nuestro lenguaje pronto se llena de suciedad y se hace casi imposible para nosotros participar en una conversación inteligente. Es interesante para mí escuchar a las personas que son capaces de moderar su lenguaje en la televisión, pero por cable cada frase está llena de porquerías.

Los comportamientos adictivos y autodestructivos no toman el control de la propia vida a causa del primer sorbo, pero debido a los siguientes tragos. Ha habido mucha discusión acerca de ciertas personas que tienen una mayor propensión a ser controladas por los estímulos. Personalmente, creo que todos somos capaces de caer presa de cualquier substancia o estímulo que ingerimos a través de nuestra boca, nuestra nariz, nuestros ojos, nuestras orejas o nuestros brazos.

Afortunadamente, este mismo hábito que se forma puede ser una fuerza que nos llevará a tener vidas llenas de pensamientos, palabras y acciones edificantes.

Si cuidadosamente filtro aquello que dejo entrar en mi mente, probablemente encontrare que mis pensamientos son cada vez más elevados, y edificantes. Uno de los beneficios añadidos, que me doy cuenta, al filtrar aquellas cosas puestas en mi mente es que llego a ser más positivo hacia las personas, más universal en mi forma de pensar acerca de la hermandad de la humanidad, y más tolerante y compasivo en mis relaciones.

Mientras elimino mi dependencia del lenguaje vulgar en mi palabrería, encuentro que tengo menos necesidad de retractarme de mis declaraciones y otros encuentran nuestras conversaciones más atractivas. Una de las cosas bellas que suceden es que si quito de mis palabras lo vulgar y lo profano, aquellos con los que estoy conversando pronto parecen responder de la misma forma.

Aunque el arrepentimiento se ha convertido en algo así como un término negativo en nuestra políticamente correcta sociedad, he encontrado que el arrepentimiento rápido y completo es la mayor protección contra alguna substancia o estímulo adictivo.

También creo firmemente que las acciones positivas y repetidas conducen a la formación del carácter y a una vida más plena. La oración se hace más fácil y más sincera a medida que nos dedicamos a repetir el proceso con frecuencia. La lectura de las Escrituras, el buscar y meditar trae como resultado beneficios sorprendentes, si tambien los adherimos diariamente. El servicio llena el alma y amplía nuestras capacidades al buscar oportunidades para ayudar a un hermano o hermana. El éxito en la carrera y en los llamamientos en la Iglesia se logra al trabajar productiva y regularmente en nuestra designada mayordomía.

Los golfistas que tienen éxito lo logran porque han repetido los movimientos y fundamentos correctos hasta que sus mentes, sus nervios, sus músculos y articulaciones han desarrollado la suficiente memoria para repetir el mismo movimiento una y otra vez, independientemente de las condiciones y las tensiones en donde se utilizan. Si los golfistas repiten técnicas erróneas nunca serán capaces de tener repetitivo éxito y resultados deseados. Aunque puede ser cierto que la mente, los nervios, los músculos y las articulaciones comienzan a deteriorarse, los que una vez fueron movimientos arraigados se modifican y se pierden en algunos casos; sin embargo, hay momentos en que todo parece ser restaurada en un momento feliz, y somos testigos de una pelota que vuela derecha, lejos y rectamente.

Tengo confianza en que todos los atributos y características que hemos desarrollado en nuestra memoria nos serán restaurados en la eternidad. Que seamos sabios y que nos esforcemos en formar eso que emula la piedad y no lo maligno.

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