domingo, 7 de agosto de 2011

HACIENDO PERLAS DE LA ARENA

Desde la antigüedad, los panteístas han creído que Dios se puede hallar en todos los seres vivos a través del universo. Tribus primitivas glorificaban los objetos del cielo y la tierra. El hombre moderno con toda su sofisticación se encuentra más a menudo asombrado por las muchas maravillas de la naturaleza. Esta reverencia duradera es fácil de entender cuando miramos a nuestro alrededor a lo místico y desconocido y a la grandeza abrumadora que se encuentran en cada cañada y en toda colina.

Junto con los enigmas que continuamente encontramos, también parece haber algo más allá de los sentidos que une y entrelaza la vida del hombre con su medio ambiente. Si estamos atentos, algunas de nuestras lecciones más valiosas se pueden inferir a partir de una exploración ferviente del mecanismo de esta maravillosa esfera y sus habitantes.

Una contemplación sincera de las maravillosas y evolutivas transformaciones que la tierra y sus criaturas están completando, agregaran volúmenes a la comprensión de los verdaderos propósitos y las posibilidades de nuestra existencia.

Hace miles de años, en lo profundo de los pliegues de la tierra, la presión extrema de las placas movedizas de la tierra fue ejercida sobre los depósitos de carbón. Siglos de fuerza y presión siguieron, hasta que finalmente los trozos negros se convirtieron en las piedras que ya no eran suaves y de ébano, sino duras y de cristal. Mientras las décadas se desplomaban una sobre la otra el suave desplazamiento de la tierra movió hacia arriba las piezas cristalinas donde finalmente serian descubiertas y convertidas en brillantes. Aunque el carbón en su estado original era útil y beneficioso, cuando se transformó en un brillante diamante su atractivo y valor aumento incalculablemente.

La sencilla ostra, cuando su cáscara es invadida por una partícula irritante de la arena, plantea la confortable solución de rodear la sustancia invasora y hacer posible la convivencia. Cuando la solución se endurece el mundo de la ostra es de nuevo puesto en conmoción y otra capa suave se aplica. Con paciencia y poco a poco una perla de gran precio se desarrolla alrededor de la insignificante pizca de arena.

Hay momentos en que el hombre, ya sea inadvertida o deliberadamente, participa en estos fenómenos de la naturaleza que llevan a hacer su entorno más amable y habitable.

Hace algunos años, mientras visitaba a unos amigos en una zona rural de Idaho, me llamó la atención a un hermoso jardín de flores que estaba en un estado de glorioso esplendor y color.

Le exprese a mi anfitrión mi aprecio por este pedazo extravagante y fragante de suelo, y luego le pregunte si de alguna manera en mis visitas anterior no lo había visto. Agachó la cabeza y sonrió, y luego me informó que éste había sido el lugar que sus corrales de marranos habían ocupado. Sarcásticamente recordé las no tan agradables fragancias que emanaban de este lugar en años anteriores.
Al laboriosamente secar y labrar, sembrar y deshierbar esta tierra olorosa y fea se había transformado en un lugar de reposo y belleza.

Sería maravillosa si antes de colocar demasiadas velas, esta lección de la vida pudiese ser comprendida. Lamentablemente, parece que demostramos, por nuestra comprensión lenta, que todos estamos dotados de interminables eternidades para aprender.

Oramos por una existencia plácida y tranquila, por siempre olvidando que son las presiones de la vida las que moldean y perfeccionar nuestros caracteres. Estamos por siempre en busca de la buena vida, con nuestros débiles intentos de rodearnos de escudos protectores tratando de alejar las molestias, sin entender completamente que es el superar y el vivir con estas molestias lo que construirá fortalezas y atributos admirables. A través de la búsqueda diligente de inspiración en las grietas ocultas, podemos descubrir que incluso esos lugares en la vida que parecen más repugnantes pueden ser cultivados hasta hacer que nuestros rostros florezcan.

La naturaleza parece gritar desde cada caverna y a través de cada océano: Escucha y aprende. El propósito de la existencia es el progresar. El desarrollo puede ser causado sólo por el cambio. Estamos aquí para cambiar las piezas en bruto, crudas y repulsivas de nuestra personalidad en lo que es brillante, culto y agradable.

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