domingo, 2 de diciembre de 2012

MAYORDOMIA DE LAS RELACIONES

Había cinco personas en la habitación, ésta consistía de ellos y yo. A pesar de que yo había conocido a estos hombres durante varios años, algunos como colegas, uno como maestro, y hasta uno considerado como un amigo personal y cercano con quien había compartido paralelismos en nuestras carreras.

Rápidamente hicimos una revisión de mi tesis en la cual se hizo evidente que había una brecha entre el conocimiento sobre el tema que yo había adquirido como resultado de una extensiva investigación y el conocimiento limitado que ellos tenían de la breve lectura a mis escritos, y entonces LA PREGUNTA salió! Fue evidente que en el examen oral consultaron uno a otro y decidieron que ésta sería lo que determinaría la aprobación o desaprobación a la defensa de mi tesis y el trabajo en la clase con la que había estado involucrado en los últimos años.

Me había preparado para LA PREGUNTA al familiarizarme con la literatura de la época y con el tema del que yo estaba completamente consciente había prejuicios de ambos lados de la cuestión. Era el tipo de pregunta que el Salvador era tan adepto en devolver a los interrogadores. Yo sabía muy bien que no importaba el lado de la pregunta que yo eligiera, ésta me llevaría a tener que defender en longitud y yo estaría frente 5/1 probabilidades mientras el resultado de mi defensa estaba siendo determinado.

LA PREGUNTA- “ Es la relación que los padres tienen con los hijos una de propiedad?”

Para la mayoría de los padres este problema no causa perturbaciones importantes, solo causa conflictos ocasionales y ajustes a medida que trabajan con las escuelas y gobiernos para resolver los problemas que nuestros hijos puedan tener mientras maniobran a través de los “sistemas” durante su proceso de maduración. Yo sabía muy bien que la jerarquía educativa mira vagamente cualquier filosofía que justifica la relación padre/hijo como una de propietario y propiedad. Yo sabía que las organizaciones gubernamentales consideran que son los últimos determinantes de los derechos de quienes han sido electos para servir. Sólo se necesita la denuncia de un vecino para poner en tela de juicio la relación padre/hijo. Sólo se necesita un testimonio para poner la vida de alguien en el caos.

Felizmente, LA RESPUESTA a LA PREGUNTA que chirrió en silencio de mis labios tímidos fue: esta relación no es cuestión de propiedad pero una de mayordomía. Se dio entonces la oportunidad, sin oposición, para así expandir en el principio de las relaciones de mayordomía. Mientras me deslicé de mi zona de comodidad de maestro del grupo, el interrogatorio disminuyó y cuando hube terminado de explicar lo que yo quería decir con la terminología mayordomía en las relaciones, el interrogatorio cesó y pasamos el resto del tiempo del examen oral charlando como colegas y amigos. De una manera muy interesante el temperamento del salón había cambiado del debate entre ellos y yo a una conversación entre nosotros.

Para mí, el Salvador ha dejado en evidencia que una gran parte de lo que lleguemos a ser y de lo que seremos responsables mientras estemos en este estado probatorio puede ser determinado por la evaluación a la fidelidad y cumplimiento de la mayordomía en nuestras relaciones.

En los capítulos 12 y 16 de su libro, Lucas registra los pensamientos del Salvador sobre mayordomos y sus mayordomías.

El Salvador casi igualmente condena el mayordomo sin preparación. Este mayordomo parece saber lo que se requiere, pero fracasa a causa de una preparación inadecuada e insuficiente. Este fracaso no viene de vacilar pero de no estar preparado. Aquellos que están bajo su dirección no logran sus objetivos porque caminan en la oscuridad sin saber a donde ir ni que hacer.

El mayordomo ignorante encuentra un poco de consuelo, pero todavía tiene que sufrir el ardor de los azotes del Maestro, justificadas por no saber. No se nos dice por que este mayordomo es ignorante de sus funciones, pero los que están bajo su mayordomía han sufrido a causa de sus deficiencias. Es evidente que el Salvador sintió que su ignorancia podría haber sido superada con cierta diligencia personal.

Sólo el mayordomo sabio, quién ha trabajado para estar preparado y es constante y fiel con el cumplimiento de sus responsabilidades tal y como aconseja el Maestro, se encuentra siendo aceptado.

Hubo en otra ocasión mas adelante en nuestras vidas cuando Kathleen y yo nos sentamos en un pequeño cuarto con una persona que nos estaba hacienda una evaluación que impactaría el resto de nuestras vidas de manera inimaginable en aquel momento. Nuevamente surgió UNA PREGUNTA! Esta pregunta no venía de un panel compuesto de profesionales, sino de un sabio mayordomo quién estaba tratando de conocer nuestras capacidades de asumir mayordomía en responsabilidades monumentales.

UNA PREGUNTA - "Si yo fuera a entrevistar a sus hijos qué clase de administradores dirían son sus padres?

Nuestra entre dientes y humilde repuesta debe haber sido algo adecuada, ya que días después recibimos nuestro llamado a servir en una maravillosa tierra nueva que dio lugar a oportunidades de crecer como mayordomos en un viñedo diferente.
Somos hijos de la divinidad. Debemos venerar y agradecer por ser parte de la última finalidad de la obra y gloria de Dios.

Este entendimiento debería alterar la vida y determinar la forma en que manejamos las relaciones de mayordomía.

Tenemos dentro de nosotros atributos embrionarios de la Deidad. Debemos esforzarnos por incrementar al máximo el potencial que se nos ha obsequiado por medio de Nuestros Padres Eternos. Nuestras relaciones de mayordomía pueden ser la base misma sobre la que construimos nuestra existencia eterna.

Cada uno de nosotros es más grandioso y más poderoso de lo que pensamos. Todo lo que tenemos que hacer es llamar el poder de arriba a través de la enseñanza fiel y mayordomía de nuestras relaciones.

Cuando el Salvador declaró que hemos sido creados un poco menos que los ángeles, El no solo estaba declarando nuestra grandeza, que es un derecho Eterno al nacer, pero del potencial de lo que podemos ser. Aunque de ninguna manera lo logremos al salir de esta frágil existencia mortal, tenemos la responsabilidad de convertirnos en todo lo que podemos llegar a ser, mientras somos testigos de amaneceres y puestas de sol asignados.

El Señor nos ha dado suficiente dirección para ayudarnos a cumplir el potencial de nuestras mayordomías mortales.

Debemos buscar con diligencia diaria para ganar una mayor comprensión de su consejo eterno.

El tipo de mayordomo en que nos convirtamos depende en gran medida por nuestro fiel aprendizaje y por actuar como Él lo ha indicado. Dado que la presencia del Maestro en nuestro estado actual se vislumbra a través de un vidrio oscuro, la fidelidad a nuestra mayordomía será juzgada por la diligencia con la que acatamos su consejo mientras estuvimos lejos de su presencia.

A través de ser mayordomos fieles no solo servimos a los habitantes temporales, nosotros también ganamos luz cuando descubrimos diariamente la eternidad nuestra. En efecto, existe un amplio grado de majestuosidad en la fórmula de encontrarnos a nosotros mismos en el servicio de otros mientras cojeamos hacia adelante en la mayordomía de nuestras relaciones con los demás.

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