domingo, 10 de febrero de 2013

POR ESTAS COSAS Y MAS ESTOY AGRADECIDO (2)

Mucho antes de llegar a darme cuenta de las muchas referencias que existen en el Libro de Mormón sobre el Plan de Felicidad, yo estaba muy consciente que las expectativas en mi hogar eran muy diferentes a la vida que se mostraba por televisión o en las películas de cine. Es más, me daba cuenta que las cosas que me contaban mis amigos de lo que pasaba en sus casas era diferente a lo que yo experimentaba en casa.

No recuerdo cuando comenzó, pero así fue. Nunca hubo una lista de reglas colgadas en la pared, simplemente las cosas eran así.

Hay felicidad en la cooperación, no en la contención.

Hay felicidad cuando hay paz, no cuando hay guerras.

Hay felicidad cuando hablamos con voz queda, no con gritos ni con palabras ásperas.

Hay felicidad cuando se ayuda, no cuando se hiere.

La felicidad cuando se da es permanente, la felicidad de obtener es temporal.

Hay felicidad en la ternura, no en el enojo.

Hay felicidad al perdonar, no al buscar venganza.

La felicidad llega cuando se es diligente, no cuando se es ocioso.

Hay felicidad al amar, nunca al odiar.

Hay felicidad en la bondad, nunca en el abuso.

La felicidad llega cuando se incluye a todos y no se excluye a nadie.

Hay felicidad en la hermandad universal, no en la intolerancia.

Hay felicidad cuando se aprecia las bendiciones que llegan a otros, no cuando éstas se envidian.

Hay felicidad en la rectitud, no en la iniquidad.

La felicidad llega con la esperanza, no con la desesperación.

La felicidad llega con la fe, no con la duda. Hay felicidad en el conocimiento, no en la ignorancia.

Cuando descubrí en el Libro de Mormón el Plan de Felicidad siempre me intrigó el hecho de saber por qué a menudo aquellos que lo poseían se aferraban a él sólo por un breve período.

El paso de la vida me ha ayudado a entender que los mortales tenemos la tendencia a pensar que aun cuando obtenemos lo que es más deseable que todo siempre existe algo mejor.

Desafortunadamente siempre descubrimos, como lo hicieron nuestros ancestros durante siglos, que ese “algo mejor” que perseguimos se convierte en un engaño corruptible y miserable, lleno de tristeza y pesar que reemplaza nuestra esperanza de estar en una mejor condición.

Las palabras registradas en el Libro de Mormón en Cuarto Nefi, aunque muy breves, nos dan a todos la esperanza de que el Plan de Felicidad puede ser vivido por grandes muchedumbres durante generaciones:

Aunque lentamente he aprendido y soy tardo en recordar y todos a menudo de su camino parecen huir

Yo por siempre agradecido estaré a mis padres, mis maestros y mis seres queridos que a mí el Plan de felicidad me enseñaron

A pesar que por siglos Santos hombre han registrado las reglas en piedra, piel, papiro, metal, lino y papel

Pareciera que todos debemos descubrir que la Felicidad no llegará a menos que sus principios se encuentren grabados en nuestro corazón.

(CONTINUARÁ)

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