domingo, 22 de septiembre de 2013

JUICIOS JUSTOS

Me he dado cuenta de que el humor puede ser un estímulo al recordar las realidades de la vida. Recuerdo haber leído una historieta de Justo y Franco que me recordó un momento muy chistoso. Al salir de la iglesia, Justo y Franco fueron confrontados por su predicador quien les reprendió con estas palabras: "Desearía que ustedes dos dejaran de señalarse el uno al otro y a otros miembros de la congregación durante mis sermones." Reí apropiadamente, pero mi mente fue casi inmediatamente transportada a las numerosas ocasiones en que estaba de pie frente a un aula o en un púlpito, cuando fui desconcentrado por un cónyuge levantando una ceja en dirección de su pareja, o chuzándole sus costillas con un codo bien entrenado en respuesta a un comentario que se acababa de hacer.

En su gran sermón dado en la montaña, se informó que el Salvador dijo: "No juzguéis para que no seáis juzgados." (Mateo 7:1) Por alguna razón con este versículo en particular, junto con algunos otros, no he alcanzado un cómodo entendimiento.

En primer lugar – Incluso una mirada superficial nos mostrará a toda la humanidad siendo condenada por el incumplimiento de este mandamiento. Inclusive cuando escribía esa última frase le añadí mi incumplimiento personal del mandamiento. Parece que no sólo es imposible evitar juzgarnos a nosotros mismos y a los demás, pero una gran parte de la capacidad de sobrevivir en esta vida depende del evaluarnos constantemente a nosotros mismos y los demás. Vemos, escuchamos y empezamos el proceso de rechazo, aceptación e incluso encontramos razones para emular o condenar.

Segundo - Se nos ha dicho que como cristianos nuestra búsqueda constante debe ser el llegar a ser como nuestro Salvador. Obviamente, el primer paso hacia la emulación comienza con algún tipo de juicio hacia la forma en que El actuó o reacciono en ciertas situaciones. También estamos juzgando constantemente la relevancia de cada palabra que El habló y si se aplica a nuestras situaciones personales.

En tercer lugar – Jesucristo, a causa de su vida y misión expiatoria, se ha convertido en el juez de toda la humanidad. Mi pequeña mente inmediatamente me lleva a la conclusión de que si voy a llegar a ser como es Él entonces tengo que dedicarme a desarrollar ese atributo importante.

Cuando Joseph Smith estaba trabajando en la inspirada traducción de la Biblia, dictó el mencionado versículo de Mateo con las siguientes palabras: "Estas son las palabras que Jesús enseñó a sus discípulos que deberían decir al pueblo: “No juzguéis injustamente, para que no seáis juzgados, sino juzgad con justo juicio" A veces el más pequeño de los cambios trae la mayor claridad y aumenta nuestro entendimiento. Con tan sólo unas pocas palabras añadidas descubrimos que las instrucciones del Salvador en realidad nos dicen que deberíamos juzgar. Y cómo juzgar nos lleva a llegar a ser como El. Parece que los pequeños pasos hacia esa meta maravillosa se pueden mejorar al dedicarnos diligentemente a la tarea de aprender como juzgar justamente.

¡Qué descubrimiento tan maravilloso que alivia la conciencia, que si aprendemos a hacerlo bien, no seremos condenados únicamente al juzgarnos a nosotros mismos y nuestros vecinos , pero de una manera muy real, no podremos cumplir con el propósito de nuestra estancia mortal si no somos capaces de juzgar con justicia. Después de todo, una de las principales razones de esta vida mortal es aprender a elegir o juzgar entre el bien y el mal por nuestras propias experiencias.

Con este poco aumento de conocimiento, nos enteramos de que nuestra tarea cambia dramáticamente desde el no dictar ningún juicio, (una situación que no es probable) a la tarea de aprender a llegar, tan cerca como nuestro ser humano nos permita, a seguir el ejemplo del Salvador del como juzgar con justicia.

En primer lugar – Él juzga con un conocimiento perfecto de sus vecinos y sus situaciones. Con nuestra fragilidad sólo podemos acercarnos a este conocimiento a través de los canales iluminados del no juzgar a la ligera, juntando toda la información disponible y dependiendo lo más posible en la luz de Cristo de que nuestro propio nivel de obediencia no lo permita.

En segundo lugar - El juzga con una justicia perfecta basada en leyes eternas y el entendimiento eterno. Una vez más, en nuestro estado actual como neófitos practicando como juzgar con justicia, podemos ser ayudados reteniendo los juicios hasta que haya más información disponible, no condenando por asociación, y siendo guiados por la inspiración del Espíritu Santo.

Tercero - El juzga con una misericordia perfecta, lleno de infinito amor por todos. Como principiantes, sin todavía haber desechado las ruedas de entrenamiento, podemos comenzar mostrando nuestra misericordia a los que son fáciles de amar. En cuanto se presente la oportunidad, podemos ampliar nuestro círculo de amor y, con suerte, con la ayuda del Consolador finalmente acercarnos a un amor universal.

Mi incomprensión no me permite poner mi mente alrededor de los cambios que se verían en esta hermosa esfera, si cada uno de nosotros practicara un poco más el cómo juzgar con justicia.

Cuánta tristeza y dolor se evitaría al no juzgar ya como principiantes.

Cuánto más gozo y alegría se derramaría si cada uno fuera juzgado un poco más por la Luz de la verdad, la justicia y la misericordia disponible a todos los que se esfuerzan por hacer juicios justos.

Cuánto más cerca de tener el cielo en la tierra podríamos llegar a estar, si los juicios justos vinieran no sólo de Dios, sino también de sus hijos mortales.

Justo y Franco son todavía muy chistosos!

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