domingo, 16 de marzo de 2014

UNA FAMILIA (tercera parte)

Es largo y tortuoso el camino que nos conduce a quien sabe dónde.

Pero soy fuerte, lo suficiente como para llevarlo. Él no es un peso sobre mí porque él es mi hermano.

Por eso, a donde vaya, él es mi prioridad. Él no es una carga para mí. Juntos llegaremos.

Porque sé que él no es un estorbo. Él no es un peso sobre mí porque él es mi hermano

Este es un largo, muy largo camino, del cual no hay retorno.

Mientras esté yendo hacia allá, ¿por qué no he de compartir?

Y el cargamento no me pesa en lo absoluto, él no es un peso para mí porque él es mi hermano.


Y si llevo un peso es el peso de la tristeza, al ver que el corazón de todo el mundo no está lleno de regocijo y amor los unos por los otros.

La primera vez que me encontré con éstas palabras, las cuales fueron puestas en una canción por Bobby Scott y Bob Russel fue cuando la escuché cantada por Neil Diamond en 1970

Como podrán intuir de las primeras dos partes de este Pensamiento, esta canción comenzó inmediatamente a resonar en mi alma y me recordó cuantos pasos he dado en mi camino hacia la Unidad Universal, y también me hizo recordar que todavía queda por recorrer un gran trecho de este largo y tortuoso camino.

Al escribir hoy estos Pensamientos todavía estoy pasmado por la cantidad de camino que aún me queda por recorrer en mi búsqueda personal de lograr abrazar a todos los miembros de la raza humana como mis hermanos y hermanas.

Aunque no es exhaustiva, esta es una lista de todos los obstáculos que he hallado al intentar ampliar mi círculo de personas a quienes llevo en mi corazón y a quienes amo:

· Luchar con los prejuicios influidos por la sociedad debido a las visibles diferencias que tenemos y por los temores y sospechas que nacen de estos prejuicios, y al mismo tiempo esforzarme más por orar a nuestro Padre para que me permita encontrar la manera de ser el guarda de mi hermano.

· Luchar para vencer las barreras construidas por las naciones, que ensanchan sus fronteras y agrandan sus ejércitos para protegerse ellos de nosotros y nosotros de ellos, y al mismo tiempo apoyar y sostener a los Profetas Vivientes en sus actuales esfuerzos de ser siervos eficaces en llevar a cabo la obra y la gloria de nuestro Padre Celestial, la cual lleva a cabo la inmortalidad y la vida eterna de todos Sus hijos.

· Evaluar las opiniones dogmáticas de las generaciones previas que tratan de separar el trigo de la paja, mientras aprendemos a distinguir entre el folklore y las verdades eternas, para poder juzgar con justicia el valor individual de aquellos con quienes nos topamos día a día.

· Poner los deseos mortales de desear tener continuamente y cada vez una más grande montaña de cosas en la debida perspectiva de la vida, y a la vez utilizar muchas más nuestras limitadas horas publicando la paz y convirtiéndonos en publicadores de la paz.

· Reconocer la importancia de mantener inviolable el principio del albedrío, y mientras, tratar de no sucumbir a la siempre presente urgencia de abandonar a mi hermano a causa de su aparente rechazo de aquellos que queremos elevarle y abrazarle.

· Mantener viva la llama de aquella misión que el Padre Celestial nos envió a cumplir, y mientras tanto, enfrentar la soledad que llega cuando la familia y los amigos encuentran a menudo caminos más fáciles para andar y obstáculos más sencillos que vencer.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y bendecid a los que os maldijeren; haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen… porque si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa tenéis? (Mateo 5:44, 46)

Al inicio de la segunda mitad de nuestro periplo mortal Kathleen y yo fuimos llamados a servir a la maravillosa gente de Colombia y presidir sobre la misión Colombia Bogotá. Poco sospechaba yo que sería impactado con la realidad de ver que apenas había andado unos pocos pasos en el largo y tortuoso camino en el que mi hermano no era una carga. El resultado de servir fue que logré acercarme más al triunfo personal de vivir una vida de Unidad Universal.

Ante mi vista se desplegó una parte más gozosa de mi transitar: la parte del camino en la que dejamos de sentir la carga de los obstáculos del sendero y comenzamos a andar en una vía mejor; en dónde nos concentramos en convertir los atributos de la Unidad Universal nuestros.

1. Buscar lo bueno y hermosos en todo lo que vemos y en todo con lo que nos topamos.
2. Oír y decir las palabras que fortalecen y edifican.
3. Estar anhelosamente consagrados en la buena obra de alumbrar el camino para aquellos que luchan en las tinieblas.
4. Llevar alegría a los corazones que tienen pesadas cargas.
5. Ser amable en todas aquellas relaciones con las que somos bendecidos.
6. Comprender que cada uno con quienes nos topamos cada día es un hijo o una hija de Dios.

Es largo y tortuoso el camino que nos conduce a quien sabe dónde.

Pero soy fuerte, lo suficiente como para llevarlo. Él no es un peso sobre mí porque él es mi hermano.

Por eso, a donde vaya, él es mi prioridad. Él no es una carga para mí. Juntos llegaremos.

Porque sé que él no es un estorbo. El no es un peso sobre mí porque él es mi hermano

Este es un largo, muy largo camino, del cual no hay retorno.

Mientras esté yendo hacia allá, ¿por qué no he de compartir?

Y el cargamento no me pesa en lo absoluto, él no es un peso para mí porque él es mi hermano.

Y si llevo un peso es el peso de la tristeza, al ver que el corazón de todo el mundo no está lleno de regocijo y amor los unos por los otros.


Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con todas las energías de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo; para que lleguéis a ser hijos de Dios… (Moroni 7:48)

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