domingo, 9 de marzo de 2014

UNA FAMILIA (segunda parte)

Mientras tratamos un poco más de ser más respetuosos con aquellos que nos rodean, el sueño de la Unidad Universal parece continuar eludiéndose misteriosamente y se mantiene encerrado en un lugar eterno y fantasmal. Ahora mismo practicamos la verdadera bondad en un nudo muy apretado, formado por aquellos que se unen dentro de nuestras comunidades personales y restringidas.

Mi hermana Geraldine tenía, lo que siempre consideré ser, un espíritu creyente. Los principios y las doctrinas del Evangelio de Jesucristo, siempre fueron absolutos y nunca parecía estar angustiada por la lucha del tener que obtener un testimonio de las nuevas verdades que le eran presentadas.

En cuanto a mí, siempre parecía ser el lado opuesto de ella. Todas las nuevas ideas fueron recibidas con duda y escepticismo, a los que siguieron, lo que pareció, una lucha prolongada por estar de acuerdo con el principio.

Siempre estuve agradecido de que rara vez tenía que volver a arar los campos que yo había plantado y luchado hasta que dieran fruto. Afortunadamente, una vez que mi corazón se había ablandado sobre un tema, fui capaz de disfrutar de su dulzura a partir de ese momento, y sin más juicio.

Hay algunos principios del Evangelio de Jesucristo con los que parece, al igual que mi hermana, haber sido bendecido, como un paso en el camino desde mi existencia pre -mortal hacia la vida terrenal. El principio de la Unidad Universal de los habitantes de la tierra es una de esas verdades, que me conmovió con un poder que va más allá de mis capacidades mortales y que le susurró a mi alma que es verdad, y que con gratitud fue un campo que nunca tuve que desyerbar.

Durante mis días asistiendo a la Primaria en American Falls, Idaho, y Long Beach, California, nunca cantamos 'Soy un hijo de Dios' el cual se ha convertido en el himno de la Primaria. Las palabras de esta encantadora canción son de un poema escrito por Naomi Ward Randall. De alguna manera siempre supe que cuando oraba al Padre Celestial no estaba usando una frase pegadiza para alguna deidad desconocida. Este hermoso título tenía un tono familiar. Por lo tanto, cuando escuché por primera vez estas hermosas palabras cantadas, vinieron a mí como una voz del recuerdo, no de revelación. (Romanos 8:16, 17)

Yo soy un hijo de Dios, Él me envió aquí, me ha dado un hogar y padres buenos para mí.

Yo soy un hijo de Dios, me deben ayudar, a entender su voluntad, no puedo demorar.

Yo soy un hijo de Dios, El me bendecirá, yo obedeceré Su ley, hare Su voluntad

Guíenme, ensénenme la senda a seguir, para que algún dia yo con Él pueda vivir.


Del mismo modo, en algún momento durante los años formativos de mi vida las palabras de la canción ' Oh mi Padre ', escrito por Elisa R. Snow llenaron mi alma y enviaron escalofríos a mis brazos y a través de mis hombros, y empañaron mis ojos como testimonio seguro de la verdad que siempre había conocido

Oh mi Padre, Tu que moras en el celestial hogar, cuando volveré a verte y Tu santa faz mirar?

Tu morada antes era de mi alma el hogar, en mi juventud primera fue Tu lado mi altar?

Pues, por Tu gloriosa mira vine el mundo a morar, olvidando los recuerdos de mi vida premortal.

Pero algo a menudo dice: "Tu errante vas"; siento que un peregrino soy, de donde Tu estas.

Antes te llamaba Padre, sin saber por qué lo fue, más la luz del evangelio aclárame el porqué.

Hay en los cielos padres solos? Clara la verdad esta; la verdad eterna muestra: madre hay tambien allá.

Cuando deje esta vida, y deseche lo mortal, Padre, Madre quiero veros en la corte celestial.

Si, después que yo acabe cuanto tenga que cumplir, permitidme ir al cielo con vosotros a vivir.

¿Cómo podría haber tenido un Padre Celestial sin también haber tenido una Madre Celestial? (Talk – Gordon B. Hinckley – Conferencia – octubre de 1991)

¿Cómo podría Eva haber sido creada a la imagen de la Deidad sin un modelo glorificado? (Génesis 1:27)

¿Cómo puede haber un niño sin que haya primero existido un Padre y una Madre? (Hechos 17:22, 23)

Lamentablemente, pasaron muchos años antes de haber sido capaz de conectar los puntos del saber que yo era un hijo de Padres Celestiales y la unidad universal de la humanidad. (Ephesians 4:06)

Siempre voy a estar agradecido el haber sido llamado como un misionero en el norte de México cuando era joven. Fue allí, cuando comenzaba la fase de mi vida en que aumentaba lentamente y con alegría el tamaño de mi círculo personal de aceptar a los demás, que mi creencia en el cumplimiento de ese sueño de un lugar eterno de Unidad Universal adquirió una tonalidad de esperanza más brillante.

(Continuará)

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