domingo, 1 de febrero de 2015

ORACION

Sería difícil para mí recordar un momento, en el que aquella palabra no estuviese trayendo preguntas a mi mente. Desde mi predispuesto punto de vista nunca me sentí escéptico o negativo, sino simplemente curioso y deseoso de tener respuestas.

Por lo que recuerdo siempre he tenido una pregunta acerca de la oración, no la misma pregunta, pero siempre ha parecido ser "una" pregunta.

Si la memoria no me falla, algunas de las primeras preguntas encontradas en mis labios apenas aprendiendo a vocalizar, algunas cosas eran algo así: ¿Por qué inclinamos la cabeza y cruzamos los brazos cuando se dice la oración? ¿Por qué siempre oramos antes de comer? ¿Cómo es que ninguno de mis amigos ora todo el tiempo?

Con raspones en las rodillas, zapatillas desgastadas, cachorritos perseguidos, y latas pateadas por la calle, la pregunta parecía ser: ¿Por qué debemos parar de jugar para decir oraciones? ¿Porque no puedo decir solo "ídem" (lo mismo) y meterme en la cama ya que todas las noches pido lo mismo? ¿Cómo es que el padre celestial escucha a todos los que ahora mismo están orando?

Cuando el acné y la popularidad determinaban toda crisis y todo triunfo, usualmente alguien más iniciaba las preguntas: ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que oraste? ¿Sientes algo cuando oras? ¿Alguna vez has recibido la respuesta a una oración?

Mientras mi vida continuaba esas preguntas se tornaron menos verbales para tornarse en algo más como una lucha interna, una reflexión entre preguntas y respuestas.

Mientras bajaba las escaleras con mi carpeta de graduación en una mano y moviendo el listón de mi birrete con la otra, celebrando mi graduación de la escuela secundaria Garden Grove Union, las preguntas que llenaban mi cabeza en esos dias eran: ¿Tienen los seres gloriosos algún interés en escuchar a simples mortales? ¿Porque es que algunas personas parecen siempre reconocer u oír interacciones al orar, mientras que otros no? ¿Alguna vez tendré una experiencia tan poderosa que me hará proclamar valientemente que sé que Dios existe?

Recostado en una grumosa cama en un apartamento de una habitación en Piedras Negras, Nuevo León, Méjico, mientras servía como un joven misionero, la pregunta que latía con urgencia en mi cerebro era: ¿Padre, en verdad inspiraste al presidente Mckay para enviarme a Méjico en mi misión? ¿En verdad hablaste con profetas en esta tierra hace tanto como proclama el Libro de Mormón? ¿Podrías enseñarme a reconocer cuando estoy enseñando con mi conocimiento y cuando el espíritu santo esta dándome iluminación y entendimiento?

No puedo recordar el momento exacto, o el dia, ni siquiera la década, pero en algún punto mis preguntas dieron un giro brusco, de preguntar acerca de la realidad de la comunicación con una Deidad, a sesiones suplicantes al padre celestial concerniente a las prioridades y dirección de la vida.

Mientras caminaba por los santos pasillos del más alto aprendizaje los periodos entre preguntas y respuestas entre este niño y su padre parecían ser una corriente interminable de peticiones por una intervención sobrenatural: ¿Hay alguna manera de que puedas reemplazar mi falta de estudio con tu omnisciencia durante este examen? ¿Estás seguro de que debería continuar mi búsqueda para obtener grados más avanzados? ¿Nos fortalecerías a Kathleen y a mí para que podamos sobrepasar todos los obstáculos?

Cuando los títulos de esposo y padre se añadieron a mi currículo las preguntas de mis oraciones se centraron en preguntar de "aquel" que había atravesado estas experiencias y de seguro podía proporcionar guía de cómo proceder: ¿Los antiguos profetas dieron consejos apropiados acerca de cómo disciplinar a los niños? ¿O sus enseñanzas deben ser suplantadas por teorías y técnicas expuestas por autoridades modernas? ¿Aunque la profesión que escogí me dará realización y gozo, será la recompensa lo suficiente para proveer para las crecientes necesidades de nuestra familia? ¿Cómo hace uno para obtener la fuerza para darlo todo en la iglesia, con esposa, familia, y carrera?

Mientas los roles en estas tareas cambiaban y se expandían, y las responsabilidades y mayordomías de liderazgo crecían, las conversaciones con mi padre celestial alcanzaron el nivel donde pude entender en cierto grado lo que el antiguo profeta alma trataba de decir cuando nos aconsejó consultar al señor en todas las cosas.

Durante esos dias llenos de oración, hubo algunos momentos que casi tomaban uno tono humorístico y me hubiesen hecho desternillarme de risa si la conversación no hubiera sido de una naturaleza tan seria. ¿No sería mejor si pudiésemos tener esta conversación a las 9pm en vez de las 2 de la madrugada? ¿Realmente quieres que mi colega en el golf sea llamado como mi obispo? ¿Entiendes que la tierra sigue tomándose solo 24 horas para girar sobre sus ejes verdad?

Cuando Kathleen y yo fuimos llamados para presidir la Misión Bogotá Colombia de la iglesia a la que pertenecemos, había momentos en los que la oración parecía ser como el teléfono rojo en momentos de crisis: ¿Tengo que llamar al Elder...? ¿Acabamos de tener cambios y quieres que cambie al Elder...? ¿Estás diciéndome que necesito llamar al presidente de área y no al contacto principal del departamento misional?

En la que probablemente será mi última tarea fuera de la eterna tarea de la paternidad el matrimonio, como se me ha dado la frecuente oportunidad de pasar tiempo en la casa del señor, he notado que la mayor parte del tiempo encuentro las preguntas así como las respuestas siendo suministradas en el proceso de orar: ¿No deseas tener un entendimiento más claro de este principio de doctrina? ¿Quizá debas preguntarle al señor si debes o no compartir eso? ¿No crees que debes preguntar si debes poner esa pregunta en un estante para preguntarla cuando estés más y mejor preparado para ganar entendimiento?

Cuando todo lo concerniente a la oración es medido y se encuentra en balance, estoy seguro que hay algunos elementos que se deben incluir si se quiere obtener sentir una verdadera interacción: Si expresamos continuo agradecimiento por todas nuestras bendiciones, pruebas, y oportunidades. Confesar una sincera voluntad de esforzarnos por atravesar cualquier prueba que sea necesaria para nuestro progreso se convertirá en nuestro estado natural. El reconocimiento del amor sentido y expresado hacia nuestro salvador y a nuestro padre celestial será constante.

Para no dejarlos con la impresión de que el progreso de mis oraciones estuvo en una continua marcha hacia arriba, hubo muchas ocasiones en las que me encontré haciendo el baile de un paso adelante y dos pasos atrás: Cuando pedia cosas que obviamente no estaban de acuerdo con ninguno de los planes que mi padre celestial tenia para mí. Cuando pedia algo que interferiría con el albedrio de otro hijo de Dios. Cuando mi corazón codicioso opacaba la prudencia del buen juicio.

Aunque siento que todos estos pasos fueron esenciales y útiles en el progreso de mis oraciones, estoy seguro de que mis tropiezos hubieran sido incluso más vacilantes y me hubiese estancado en algún pantano. Estoy convencido que cada uno de los hijos de nuestro padre celestial tendrá que encontrar su propio camino para abrir la comunicación con este Ser Eterno.

He llegado a entender eso por mí mismo, aunque hay beneficios y satisfacción en la oración habitual y frecuente, el verdadero gozo de la oración llega cuando la realidad de esta comunicación ha traído nuevo entendimiento y confirmado a mi alma como si fuera sin palabras.

He llegado a creer que cuando el salvador dijo, "de esta manera orareis" se refería más a la realidad de la comunicación que de la exactitud de las palabras y mociones.

Mi oración es que, cada uno de nosotros, nos hayamos creciendo constantemente en nuestro habilidad de comunicar con nuestro amando Padre Celestial.

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