domingo, 16 de julio de 2017

MULTIPLICACIÓN POR DIVISIÓN

Hay momentos en nuestras vidas cuando para completar una tarea en la lista del cubo necesitamos un cubo con una apertura mucho más grande. Uno de los eventos que ha quedado incumplidas en mi lista personal es hacer un hoyo en uno jugando una ronda de golf.

Este deseo ha traído frustración de casi, pero como dice el refrán 'no había cigarro', teniendo temor de que podría hacer un agujero en uno, cuando estaba jugando solito y no tendría ningún testigo e he imaginado la alegría personal lo cual podría sentir cuando fui testigo de otros teniendo esta experiencia.

Kathleen compartió una vez una tonadita de Mark Twain que dijo: 'para obtener el valor completo de la alegría necesita tener alguien para con quien dividirla'.

Aunque puede parecer como una cosa superficial a algunos y puede ser más simbólica que real, haciendo un agujero en uno mientras que uno golf solo traería un mínimo de alegría que sería triplicado si estuviera jugando en un grupo con tres amigos.

Durante los últimos años de su vida cuando mi madre vivía sola como una viuda, ella a menudo expresara sus sentimientos sobre su vida mediante alguna palabra u otro que sumadas a su ser solo. Cada vez que escuchaba a ella expresar estas emociones el pensamiento de una vida sin alguien para dividir experiencias no sólo las alegrías de un día, pero también las frustraciones, temores, éxitos y fracasos que hacen durante las horas de nuestros días llenaría mis pensamientos.

Sospecho ha sucedido, pero tendría que estirar la capacidad de mi memoria para descubrir cuando, ha habido un día en mi vida cuando no he leído algo acerca de los beneficios de tener alguien para dividir experiencias de su vida.

A pesar de que muchos de estos recuerdos implican las parejas casadas, a menudo se extienden los beneficios de la división de la experiencia de la vida a todo tipo de relación cercana, constante y continua, incluyendo perros, gatos y aves. Conocer la importancia de tener otros en su vida le da un significado adicional a la expresión 'ningún hombre es una isla'. Tal vez incluso expandirse para significar que ningún hombre debe ser una isla.

Como yo he reflexionado sobre este principio de la multiplicación de alegría dividiendo con el otro, me he sentido impresionado esa unidad lo cual uno nunca puede lograrse, que la soledad siempre es el resultado de estar solo y que la amplificación de las respuestas emocionales necita el impulso sinérgico de números.

Cuando ampliamos el principio de la multiplicación por división vemos ejemplos de esto en todas partes en el Reino de Dios.

Esto es manifestado en las divisiones unificadoras de la Divinidad. Bruce R. McConkie se refirió al Padre Celestial como Dios el Creador, Jesús el Cristo como Dios Redentor y del Espíritu Santo como Dios el Testador. Porque la tarea de uno es dividida entre todos, la unificada totalidad se convierte en una realidad.

En el reino terrenal de Dios vemos la oficina del obispo ser completado por las divisiones de las asignaciones del Obispado y presidentes hacen completados porque ellos presiden en presidencias.

Además de tomar unos minutos para reflexionar sobre la importancia de contar con importantes otros constantemente en nuestras vidas, el Elder Maxwell también nos da los siguientes puntos para reflexionar sobre cómo podemos hacer las relaciones más significativas:

Reconocer que nuestra presencia es a menudo necesaria como parte del ambiente de aprendizaje de los demás

Siempre asume lo que otros tienen que decir vale la pena escuchar

Aprender a esperar a los demás mientras va a través de sus propias pruebas de fe

Extiende momentos de dulzura

Valoración de personas por quiénes son, lo qué tienen que decir y lo que tienen que contribuir

Desintoxicar nuestras decepciones

Sacar la radiactividad de los resentimientos


No podemos tomar medidas a lo largo de este viaje de multiplicar las alegrías de la vida por dividirlos con otros sin llegar a la realización que nos aumentan la velocidad de giro cuando uno anda en unidad, cuando la concentración de nuestros esfuerzos cambia de nuestras tendencias egocéntricas y llega a ser centrada en otros, especialmente los otros que nos hacen completo.

La expansión de la gloria de Dios viene a través de su trabajo de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de sus hijos.

Un obispo comienza a ampliar su mayordomía cuando deja de preocuparse de cómo los miembros de su pupilo lo perciben y pone sus preocupaciones a las necesidades del rebaño sobre el cual se le ha asignado ministrar.

Un esposo o esposa comienza a encontrar una plenitud en su matrimonio cuando su preocupación pasa de pensar en lo que gana de esta unión a lo que soy contribuyendo al avance de mi cónyuge.

Todas las relaciones encuentran un significado más completo cuando nuestros esfuerzos son sobre ti y tu progreso más bien que sobre mí y mi adelanto.

En el número de febrero de 1985 de la revista Ensign, Presidente Gordon B. Hinckley nos dio recuerda que nuestra tarea debe ser ampliando continuamente tratando rodear de tantos como sea posible en nuestro esfuerzo por multiplicar la alegría dividiéndolo entre tantas como sea posible.

Recuerdo entrevistas a misionero desalentado. Estaba teniendo problemas con un lenguaje que no era el suyo propio. Él había perdido el espíritu de su obra y quería ir a casa. Fue uno de 180 misioneros en la misión.

Le dije que si era ir a casa él rompería su fe con sus 179 compañeros. Cada uno de ellos era su amigo. Cada uno de ellos sería orar por él, y no había casi nada que no harían para ayudarle. Trabajan con él. Le enseñan. Llegan de rodillas con él. Eso es lo que cada uno de nosotros debe hacer por los otros.

Pablo escribió a los romanos, "Así que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos." (Romanos 15: 1).


No creo cae en el reino de la magia o milagro, pero parece ser una ley eterna, mi magnitud personal será siempre depende de cuánto puedo dividir la alegría de mis obras entre mis semejantes.

PENSAMIENTOS PARA UN DÍA DE REPOSO – WILLIAM L. RILEY

EDITADO POR – KATHLEEN W. RILEY


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