domingo, 23 de diciembre de 2018

EL AMOR INEQUIVOCO Y UNIVERSAL

Con los pensamientos del nacimiento del Salvador siendo estimulados por cada canción que oímos, cada decoración que vemos y cada saludo que intercambiamos sería difícil no incluir pensamientos acerca de la obra del Señor en mis Pensamientos Para un Día de Reposo.

A medida que la inmensa mayoría de mis días se han pasado leyendo, hablando y pensando en varios aspectos o doctrinas contenidos en el Evangelio del Señor o en Su nacimiento, vida, misión y Expiación, es difícil decir cuál es el mayor impacto que ha tenido Jesús Cristo en mi progreso.

Si me viera obligado a elegir qué cambio poderoso, que para mí ha llegado a un ritmo muy lento, ha sido forjado sobre mí porque el Señor ha sido una parte tan importante de mis quehaceres cotidianos, sería mi venida a creer en una hermandad universal, que toda la humanidad es descendiente de Padres Universales y Eternos y que la característica más importante que podemos desarrollar es el amor inequívoco para todos.

Aunque mi viaje ha sido a veces más detenido que continuo y contenía más desvíos que permanecer en curso, es posible trazar el curso más directo hacia el amor universal e inequívoco para los demás.

Como te amas a ti mismo

Este primer paso en la conversión al amor universal e inequívoco puede ser el paso más fácil para algunos, pero como atestiguamos, es también el más difícil para muchos. Este paso se pronuncia en la segunda parte del mandato de referencia del Señor, 'Ámame a ti mismo'.

Debo amarme a mí mismo incluyendo todas mis verrugas, defectos y debilidades.

Debo amarme a mí mismo cuando otros intentan hacerme sentir no amado.

Debo amarme a mí mismo en horas solitarias.

Debo entender que soy un hijo de Dios y que merezco el amor.


Amarás a tu prójimo

Este segundo paso en la conversión al amor universal inequívoco está en una pendiente tan resbaladiza que la mayoría de nosotros nos encontramos haciendo un paso adelante y dos pasos hacia atrás bastante a menudo durante nuestras pruebas. Lo más peligroso que puede suceder en este juicio es creer que has conquistado los miedos, los prejuicios y el orgullo que nos perjudican a todos mientras intentamos amar a cada vecino.

Al igual que ser el buen Samaritano no importa quién lleve la etiqueta del prójimo, debo amar.

Las decisiones y acciones de mi vecino no determinan mi amor por ellos.

No es suficiente amar a los vecinos que primero me mostraron amor.

El amor al prójimo debe superar ser ultrajan usado.


Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, poder y mente


El apóstol Juan nos enseñó que si odiamos a nuestro prójimo y decimos que amamos a Dios, somos mentirosos y la verdad no está en nosotros. Una de las grandes ironías de la vida es la frecuencia con la que nos encontramos proclamando que amamos a Dios, pero en muy corto orden una palabra cruel acerca de uno de nuestros hermanos o hermanas atados al cielo sale de nuestras bocas.

Debo entender que no puedo decir que tengo un amor inequívoco hacia Dios, mientras que guardo cualquier grado de odio hacia un vecino.

Encontraré mi amor por Dios aumentando en armonía con el aumento de la expansión de mi círculo de amor por los hermanos y hermanas.

Si voy a avanzar en mi búsqueda de tener el mismo grado de amor universal inequívoco que permitió al Salvador completar su sacrificio Expiatorio para todos entonces debo incluir continuamente más vecinos en mi círculo de seres queridos.

Si el barómetro que mide a los que amo está bajando en lugar de levantarse, me encontraré también encontrando cambios correspondientes en el nivel de mi amor por Dios.


A menudo he pensado que el Salvador podría haber dicho con facilidad que todas las leyes y los profetas se aferran en un solo mandamiento.

Porque si amo al Señor mi Dios con todo mi corazón, mente y alma será como resultado de haber desarrollado un amor universal inequívoco para todos mis vecinos.

De la misma manera, si he desarrollado un amor universal inequívoco para mi prójimo, habré llegado a amar a Dios con todo mi corazón, mente y alma.

Parece que mi amor por Dios y mi amor por mi prójimo están relacionados con una ley inquebrantable.


Termino este pensamiento con algunos exceptuados del libro de Enós, que creo es una alegoría extendida enseñándonos sobre la importancia de recorrer el camino que nos lleva a tener un amor universal e inequívoco, que a su vez nos llevará a un amor completo por Dios. En el testimonio de Enós es fácil para nosotros ver cuán estrechamente se tejen los principios del amor a mi prójimo y el amor a Dios.

Os diré de la lucha que tuve ante Dios, antes de recibir la remisión de mis pecados.

He aquí, salí a cazar bestias en los bosques; y las palabras que frecuentemente había oído a mi padre hablar, en cuanto a la vida eterna y el gozo de los santos, penetraron mi corazón profundamente. Y mi alma tuvo hambre; y me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos.

Y vino a mí una voz, diciendo: Enós, tus pecados te son perdonados, y serás bendecido. Y yo, Enós, sabía que Dios no podía mentir; por tanto, mi culpa fue expurgada. Y dije yo: Señor, ¿cómo se lleva esto a efecto? Y él me dijo: Por tu fe en Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto. Y pasarán muchos años antes que él se manifieste en la carne; por tanto, ve, tu fe te ha salvado.

Ahora bien, sucedió que cuando hube oído estas palabras, empecé a anhelar el bienestar de mis hermanos los nefitas; por tanto, derramé toda mi alma a Dios por ellos. Y mientras así me hallaba luchando en el espíritu, he aquí, la voz del Señor de nuevo penetró mi mente, diciendo: Visitaré a tus hermanos según su diligencia en guardar mis mandamientos. Les he dado esta tierra, y es una tierra santa; y no la maldigo sino por causa de iniquidad. Por tanto, visitaré a tus hermanos según lo que he dicho; y sus transgresiones haré bajar con dolor sobre su propia cabeza.

Y después que yo, Enós, hube oído estas palabras, mi fe en el Señor empezó a ser inquebrantable; y oré a él con mucho y prolongado ahínco por mis hermanos, los lamanitas. Y aconteció que después que hube orado y me hube afanado con toda diligencia, me dijo el Señor: Por tu fe, te concederé conforme a tus deseos. Y ahora bien, he aquí, este era el deseo que anhelaba de él: Que si acaso mi pueblo, el pueblo nefita, cayera en transgresión, y fuera de algún modo destruido, y los lamanitas no lo fueran, que el Señor Dios preservara una historia de mi pueblo, los nefitas, aun cuando fuera por el poder de su santo brazo, para que algún día futuro fuera llevada a los lamanitas, para que tal vez fueran conducidos a la salvación;


Como en todas nuestras pruebas en la mortalidad probablemente nos encontremos refluyendo y fluyendo en nuestro intento de llegar a tener el atributo de un amor universal e inequívoco que se convierta en una parte permanente de nuestro ser, pero el Señor es constante en su Consejo que no seamos débiles en nuestros esfuerzos.

Debemos recordar por siempre que nuestro Padre Celestial es inquebrantable en Su Amor Eterno y Jesús el Cristo sin excepción demostró Su Amor Universal a través de su sacrificio Expiatorio. Nunca olvidemos que somos nosotros los que estamos en el proceso de tambalear hacia tener un amor universal e inequívoco.

Este es otro de esos principios cuya perfección se hallará queriendo durante la mortalidad, lo que nos da una razón más para estar agradecidos de que la eternidad es un tiempo muy largo.

¡Deseando una muy feliz Navidad!


PENSAMIENTOS PARA UN DIA DE REPOSO – WILLIAM L. RILEY

EDITADO POR – KATHLEEN W. RILEY



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