domingo, 13 de enero de 2019

EN EL SERVICIO DE DIOS

Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. (Josué 24:15)

Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día. (Doctrina y Convenios 4:2)

No puedo recordar cuántos años he luchado con la idea de cómo podría ser posible servir a Dios, ya que él tiene todo el Omnia-que sea. También me doy cuenta de que probablemente había muchas doctrinas y principios más importantes sobre los que debería haber estado luchando.

Sin embargo, estaba muy agradecida después de haber enseñado el Libro de Mormón un número incontable de veces, cuando finalmente tuve un maravilloso momento de ‘ahí’ mientras preparaba una lección sobre el versículo 17 del segundo capítulo del libro de Mosíah en el Libro de Mormón.

Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios.

Allí estaba y allí había estado siempre. Adán lo sabía, Moisés lo sabía, Abraham lo sabía, José Smith lo sabía y ahora finalmente lo supe. Estamos en el Servicio de Dios, no le servimos quien lo tiene todo. Estamos alistados en el ejército de aquel que es todopoderoso. Somos subpastores contratados que no pueden aprender lo suficiente para poder añadir a la comprensión de quien lo sabe todo. No podemos viajar lo suficiente para expandir el universo de aquel que está todo presente.

El único compromiso que Él requiere de nosotros es someternos a ser ministros en cualquier trabajo que Él podría llamarnos a realizar en ayudarle a llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna de Sus hijos.

Mosíah se apresura a amonestar y advertir a aquellos que pactan sus vidas a estar en el Servicio de Dios.

Os digo, mis hermanos, que si diereis todas las gracias y alabanza (y servicio) que vuestra alma entera es capaz de poseer, a ese Dios que os ha creado, y os ha guardado y preservado, y ha hecho que os regocijéis, y os ha concedido que viváis en paz unos con otros,

Os digo que si sirvieseis (en el Servicio de Dios) a aquel que os ha creado desde el principio, y os está preservando día tras día, dándoos aliento para que podáis vivir, moveros y obrar según vuestra propia voluntad, y aun sustentándoos momento tras momento, digo que si lo sirvieseis (en el Servicio de Dios). con toda vuestra alma, todavía seríais servidores improductivos.
(Mosíah 2:20, 21)

Sé que Mosíah repite que debemos servir a Dios varias veces, por lo tanto, si se han apartado del concepto que estamos tratando de transmitir, necesitan releer los párrafos iniciales de este Pensamiento.

Mosíah debe haber sido muy consciente de lo que los pequeños seres necesitados somos, cuya constante batalla con el orgullo nos envía con paso pesado después de la gloria quijótica por cada pequeño servicio que prestamos a nuestros hermanos y hermanas, mientras que lanzamos en nuestros minutos actos con pretensión de estar en el Servicio de Dios.

Y ahora pregunto: ¿Podéis decir algo de vosotros mismos? Os respondo: No. No podéis decir que sois aun como el polvo de la tierra; sin embargo, fuisteis creados del polvo de la tierra; más he aquí, este pertenece a quien os creó. (Mosíah 2:25)

Probablemente no sucede tan a menudo como debería, pero al menos cada diciembre me recuerdo las palabras del fantasma de la Navidad presente lo miserables pequeñas criaturas que somos.

Como sirvientes en el Servicio de Dios

Hacemos un acto de bondad – y – entonces nos ofendemos cuando las gracias no se amontonan sobre nosotros.

Compartimos una miseria de nuestra abundancia – y – entonces estamos entristecidos porque un ala hospitalaria no es nombrada en nuestro honor.

Prestamos una capa de nuestros armarios rebosantes – y – entonces queremos que todos se den cuenta de lo que calienta los hombros de un extraño.

Hacemos una simple contribución de entendimiento – y – entonces nos preguntamos ante la ausencia de reconocimiento de nuestro genio.

Proporcionamos una comida escasa a una quien tiene hambre – y – entonces espera que todos alaben nuestra benevolencia.


Con el fin de evitar que todos los que leen este pensamiento se mueven a juzgar por qué tengo tan gran entendimiento acerca de cómo nosotros, que son llamados a servir a los demás en el Servicio de Dios reaccionar en una abundancia de maneras tristes, no voy a hacer mis 10 ejemplos habituales, pero para a las cinco. Estoy seguro de que he proporcionado suficiente forraje para hacer que el caballo se funda.

Dudo que muchos de nosotros lleguemos al punto de servir en el Servicio de Dios con todas nuestras fuerzas, mente y fuerza, pero con suerte, el que aceptó el ácaro de las viudas aceptará todas nuestras escasos ofrendas.

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. (en el Servicio de Dios). (Mateo 25:40)


PENSAMIENTOS PARA UN DIA DE REPOSO – WILLIAM L. RILEY

EDITADO POR – KATHLEEN W. RILEY

No hay comentarios:

Publicar un comentario