domingo, 21 de junio de 2020

LOS EPISTLES DE HELAMAN CONCERNIENTE SUS HIJOS

Aunque mi corazón no se deleita en el conflicto ni en la guerra, relato la siguiente historia extraída de las epístolas que Helamán escribió a su comandante Moroni durante las guerras nefitas/lamanitas que se encuentran en los capítulos 53-57 del Libro de Alma.

Al leer este relato que he reorganizado como si hubiera sido escrito en el siglo XXI, espero que se detengan mientras leen para meditar sobre los siguientes conceptos.

El poder y las promesas que nos llegan cuando somos fieles a la palabra de Dios.

La importancia de hacer y guardar convenios.

La fidelidad no siempre se transmite ni se establece a través de líneas de sangre.

Hay una realidad en el parentesco universal de la humanidad.

El poder de las enseñanzas y la crianza de las madres.

Aunque he enumerado el poder y las enseñanzas de las madres por última vez, no hay duda de que esta podría ser la lección más importante que se debe aprender de esta maravillosa historia que ciertamente tiene lugar junto a Daniel en la guarida de los leones y David y Goliat de historias que cada madre debe enseñar a cada hijo durante su juventud.

Y he aquí, ahora tengo algo que decir concerniente a los del pueblo de Ammón, que en un principio eran lamanitas, pero que se habían convertido al Señor mediante Ammón y sus hermanos, o mejor dicho, por el poder y la palabra de Dios; y habían sido conducidos a la tierra de Zarahemla, y los nefitas los habían protegido desde entonces. Y por motivo de su juramento, se les había refrenado de tomar las armas contra sus hermanos; porque habían hecho juramento de ano verter más sangre; y de acuerdo con su juramento, hubieran perecido; sí, ellos se habrían dejado caer en manos de sus hermanos, si no hubiera sido por la compasión y gran amor que Ammón y sus hermanos habían sentido por ellos.

Y por esta razón fueron conducidos a la tierra de Zarahemla; y desde entonces los habían protegido los nefitas. Pero sucedió que cuando vieron el peligro, y las muchas aflicciones y tribulaciones que los nefitas padecían por ellos, se llenaron de compasión y sintieron deseos de tomar las armas en defensa de su país. Pero he aquí, cuando estaban ya para tomar sus armas de guerra, los convencieron las persuasiones de Helamán y sus hermanos, pues estaban a punto de quebrantar el que habían hecho.

Y Helamán temía que de hacerlo perderían sus almas. Por tanto, todos los que habían concertado este convenio se vieron obligados a ver a sus hermanos vadear sus dificultades, en sus peligrosas circunstancias en esta época. Mas he aquí, aconteció que tenían muchos hijos que no habían concertado ningún convenio de que no tomarían sus armas de guerra para defenderse contra sus enemigos; por tanto, cuantos podían portar armas se reunieron en esa ocasión, y se hicieron llamar nefitas. E hicieron un convenio de luchar por la libertad de los nefitas, sí, de proteger la tierra hasta con su vida; sí, hicieron convenio de que jamás renunciarían a su libertad, sino que lucharían en toda ocasión para proteger a los nefitas y a sí mismos del cautiverio.

Y he aquí, hubo dos mil de estos jóvenes que concertaron este convenio y tomaron sus armas de guerra para defender su patria. Y he aquí, como hasta entonces nunca habían sido desventaja alguna para los nefitas, se tornaron, en esta ocasión, en un fuerte apoyo; porque tomaron sus armas de guerra y quisieron que Helamán fuese su caudillo. Y todos ellos eran jóvenes, y sumamente valientes en cuanto a intrepidez, y también en cuanto a vigor y actividad; mas he aquí, esto no era todo; eran hombres que en todo momento se mantenían fieles a cualquier cosa que les fuera confiada. Sí, eran hombres verídicos y serios, pues se les había enseñado a guardar los mandamientos de Dios y a andar rectamente ante él.
(Alma 53: 10-21)

He aquí, dos mil de los hijos de aquellos hombres que Ammón trajo de la tierra de Nefi —y ya estás enterado de que estos eran descendientes de Lamán, el hijo mayor de nuestro padre Lehi; y no necesito repetirte concerniente a sus tradiciones ni a su incredulidad, pues tú sabes acerca de todas estas cosas—por tanto, bástame decirte que dos mil de estos jóvenes han tomado sus armas de guerra, y pidieron que yo fuese su jefe; y hemos salido para defender nuestro país. Y también sabes del convenio que hicieron sus padres de que no tomarían las armas de guerra en contra de sus hermanos para derramar sangre. Mas en el año veintiséis, cuando vieron nuestras aflicciones y tribulaciones que padecíamos por ellos, se hallaban a punto de violar el convenio que habían hecho, y tomar sus armas de guerra en nuestra defensa. (Alma 56: 3-7)

Pues como yo siempre los había llamado hijos míos (pues eran todos muy jóvenes), he aquí, me contestaron de esta manera: Padre, he aquí, nuestro Dios está con nosotros y no nos dejará caer; así pues, avancemos. No mataríamos a nuestros hermanos si nos dejasen en paz; por tanto, avancemos, no sea que derroten al ejército de Antipus.

Hasta entonces nunca habían combatido; no obstante, no temían la muerte, y estimaban más la de sus padres que sus propias vidas; sí, sus madres les habían enseñado que si no dudaban, Dios los libraría. Y me repitieron las palabras de sus madres, diciendo: No dudamos que nuestras madres lo sabían.
(Alma 56: 46-48)

Sí, y obedecieron y procuraron cumplir con exactitud toda orden; sí, y les fue hecho según su fe; y me acordé de las palabras que, según me dijeron, sus madres les habían enseñado. Y he aquí, es a estos, mis hijos, y a los hombres que habíamos elegido para escoltar a los prisioneros, a quienes debemos esta gran victoria; porque fueron ellos los que vencieron a los lamanitas; por tanto, los hicieron retroceder hasta la ciudad de Manti. Y nosotros retuvimos nuestra ciudad de Cumeni, y no fuimos todos destruidos por la espada; no obstante, habíamos sufrido grandes bajas.

Y aconteció que después de haber huido los lamanitas, inmediatamente di órdenes de que mis hombres que habían sido heridos fuesen recogidos de entre los muertos, e hice que les vendaran sus heridas. Y aconteció que doscientos, de mis dos mil sesenta, se habían desmayado por la pérdida de sangre. Sin embargo, mediante la bondad de Dios, y para nuestro gran asombro, y también para el gozo de todo nuestro ejército, ni uno solo de ellos había perecido; sí, y no hubo entre ellos uno solo que no hubiese recibido muchas heridas.

Y su preservación fue asombrosa para todo nuestro ejército; sí, que ellos hubiesen sido librados mientras que hubo un millar de nuestros hermanos que fueron muertos. Y lo atribuimos con justicia al milagroso poder de Dios, por motivo de su extraordinaria fe en lo que se les había enseñado a creer: que había un Dios justo, y que todo aquel que no dudara, sería preservado por su maravilloso poder. Esta, pues, fue la fe de aquellos de que he hablado; son jóvenes, y sus mentes son firmes, y ponen su confianza en Dios continuamente.
(Alma 57: 21-27)

Y estos hijos del pueblo de Ammón, de quienes he hablado tan favorablemente, están conmigo en la ciudad de Manti; y el Señor los ha sostenido, sí, y los ha librado de caer por la espada, a tal grado que ni uno solo de ellos ha muerto. Mas he aquí, han recibido muchas heridas; no obstante, permanecen firmes en esa libertad con la que Dios los ha hecho libres; y son diligentes en acordarse del Señor su Dios de día en día; sí, se esfuerzan por obedecer sus estatutos y sus juicios y sus mandamientos continuamente; y su fe es fuerte en las profecías concernientes a lo que está por venir. (Alma 58: 39-40)


PENSAMIENTOS PARA UN DIA DE REPOSO – WILLIAM L. RILEY

EDITADO POR – KATHLEEN W. RILEY

❣️PENSAR + PLANEAR + PREPARAR + HACER ➡️ AMABILIDAD + BONDAD + CUIDAR + GENEROSIDAD ➡️ ABRAZOS + PAZ + GOZO + AMOR ➡️ INTEGRIDAD + FE + ESPERANZA + CARIDAD❣️ = 💞LA VIDA BUENA💞

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