domingo, 16 de agosto de 2009

EL MENTOR MAESTRO

Toda la obra del Cielo proviene de…

A todo hombre se le manda hablar…
La libertad llega a aquellos que saben…
La luz viene a aquel que conoce…
Los justos serán santificados por…
El sabio recibirá…
… se comprende a sí misma
No hay fin para…

Es de esta manera que los profetas han hablado concerniente a la verdad, la sabiduría y el entendimiento y sobre los dones que se dan a aquellos que los buscan y los hallan.

Se cuenta la historia de un antiguo cazador de zorros que dominaba su arte en el país del norte en los primeros días de la historia de los Estados Unidos de América, mucho antes de que su vasto espacio se hubiera llenado por la migración al oeste estimulada por la búsqueda de oro. Luego de trabajar solo arduamente durante muchos años en el desierto, finalmente había llegado el día en el que el conocimiento de las comodidades creadas en ciudades lejanas lo alcanzó hasta que finalmente sucumbió ante ellas y anunció a sus pocos y valientes camaradas que ese año sería el inicio de su última temporada para recolectar pieles.

Viviendo en una de las tiendas-cobertizo, que cuando estaban juntas formaban lo que generalmente era conocido como el pueblo, había un joven aventurero que había llegado del oeste a probar fortuna. El muchacho le pedía al antiguo cazador que él se convirtiese en su mentor y le enseñase la habilidad de cazar. Luego de una larga conversación el viejo fue persuadido a dejar que el joven neófito sea su aprendiz en esta última temporada.

A medida que ambos viajaban en las colinas y luego en las montañas el viejo maestro era particularmente cuidadoso con sus deberes mientras dejaba su legado de conocimiento a su alumno. Se emocionaba grandemente al considerar que al dejar su saber como una herencia, ésta sería pasada de su aprendiz a futuras generaciones aún por nacer. Luego de una temporada de meticuloso cuidado en poner y preparar sus trampas, el una vez cazador y ahora tutor podía ahora seguir hacia delante tomando sus bien ganados años de calma con al gozo agregado de saber que todo lo que él había aprendido con los años no se perdería luego de su partida.

Algunos años después el antiguo cazador, cediendo al llamado de lo agreste y a la curiosidad por saber del éxito del aprendiz, volvió a las montañas de su bien vivida juventud. Luego de una extensa búsqueda finalmente halló a su alumno quien tenía toda la apariencia de estar en la pobreza y de haber tenido una vida llena de enfermedades. Vivía en una cabaña que apenas se sostenía en pie, con una alimentación miserable a su alrededor.

Las preguntas se atropellaban unas entre otras mientras que en su apuro él deseaba saber la causa de lo que perecía ser una vida llena de fallas en las líneas de las trampas.
"¿Habían huido los zorros?"
¿No funcionaban las trampas?"
¿Los indios habían expulsado a los cazadores de las montañas?"

Para cada pregunta se daba la misma humilde y casi inaudible respuesta: "no".

"¿Entonces que fue lo que pasó?, preguntó el maestro cazador.

Casi de forma abrupta saltó la respuesta de los labios del destituido joven: "HABÍA ENCONTRADO UNA MANERA MEJOR".

¿Qué es lo que existe en la naturaleza de casi todos los hijos de nuestro Padre Celestial que hace que éstos rechacen lo probado y busquen respuestas a lo largo de un camino desconocido? La esperanza de Dios es que surja una generación que preste oído y ponga en práctica las palabras del Mentor Maestro. O será que cada generación está condenada a rechazar las verdades probadas y eternas en una búsqueda desilusionadora autodestructiva e infértil de una "MANERA MEJOR" de hacer las cosas.

Con tantas voces delicadas y estridentes que compiten por nuestra atención, ¿cómo puede uno detectar el verdadero camino para evitar el decepcionante desvío hacia una "MANERA MEJOR"? ¿En verdad existe alguna esperanza?
Sorteando la montaña de información…
Procurando hacer nuestras las verdades establecidas…
Plantándonos firmemente sobre Sus bien fundados cimientos…
Creciendo desde una base de verdad, sabiduría y entendimiento eterna y consistente; marchando adelante siempre edificando una verdad, una sabiduría y un entendimiento mayores…

Creo que nuestra diligente búsqueda por hallar y aplicar en nuestras vidas SUS CAMINOS y no NUESTROS CAMINOS, es una ORACIÓN ferviente por la cual seremos recompensados ricamente de manera nunca soñadas

El Señor ha decretado irrevocablemente que si cualquiera diligente y humildemente busca aprender la verdad, la sabiduría y el entendimiento será justificado y obtendrá inteligencia en la tierra y será el poseedor de la suprema libertad, recibiendo todo lo que Él tiene.

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