jueves, 21 de julio de 2011

HACIA DONDE VOY

HACIA DONDE VOY

Durante esos años mágicos y miserable de mi adolescencia, mucho antes de empezar a entender, y mucho menos tomar en serio el principio del arrepentimiento. Yo consideraba que dos semanas era tiempo suficiente para borrar cualquier acción que mis padres o la iglesia podrían encontrar indeseables. Por lo tanto, siempre parecía haber bastante tiempo, entre el anuncio de un viaje al Templo y la entrevista con el Presidente de Estaca, para volverme digno de ir en el bus al Templo en Mesa, Arizona. También estaba justificándome al hacer comparaciones. Sabía que habría pocos asientos en el bus llenos de jóvenes que estaban portándose mejor, en comparación con las normas mías.

Armado con estas interpretaciones personales de normas de dignidad, con valentía me reuní con el presidente James Hobbs para la entrevista para la recomendación. Respondí cada pregunta con la confianza de haber sido bueno durante dos sólidas semanas. Viendo _______ (nombre intencionalmente omitido), de quien yo sabía que estaba en un ciclo mucho más corto de arrepentimiento que el mío, quien salía de la oficina del presidente con una sonrisa, me dio también la seguridad que necesitaba para responder a las preguntas sin atragantarme al responder.

Recuerdo uno de esos viajes a Arizona, cuando el presidente Hobbs se unió a nosotros como acompañante. Yo había llevado hábilmente una pistola de agua pequeña oculta dentro de un libro. Periódicamente yo lanzaba un chorro pequeño en la bolsa justo encima de la cabeza del Presidente, en su mayoría sin pelo. Eventualmente el agua se acumulaba lo suficiente que una pequeño goteo - goteo - goteo empezó a caer sobre el cráneo sin protección del Presidente Hobbs. Cada vez que el bus hacia una parada para descansar, llenaba la pistola y después de volver a subir al bus el juego empezaba de nuevo. Al final del viaje, nuestras bocas estaban adoloridas ya que teníamos que tapárnoslas para contener nuestras risitas y evitar ser descubiertos.

El viaje fue maravilloso y durante el año siguiente cada vez que mis amigos y yo veíamos al Presidente Hobbs tuvimos problemas para no reventar de risa mientras recordábamos que incluso el pañuelo que él estaba usando para limpiar su calva se mojó tanto, que tenía que escurrirlo en el pasillo del bus.

El viaje del próximo año se anunció y el rápido proceso de arrepentimiento se inició, y yo estaba preparado para la noche en que fuimos a la casa del Presidente para las entrevistas. Cuando entré en la oficina de su casa el llevaba una sonrisa inusualmente amplia. En un instante, yo supe que él sabía. No se dijo nada sobre el viaje del año anterior y la entrevista continuó, y con confianza respondí las preguntas. (Tan seguro como dos semanas de abstinencia lo permiten), Sentí que estaba libre y estaba preparado para que me permitiera salir y me enviara a llamar al siguiente entrevistado mientras salía de su oficina con una sonrisa, que sin duda le daría la confianza a_______. Entonces se veló la vela que cubrió mis acciones anteriores! En realidad, me sentí como un ladrillo había caído. En voz baja, que apenas podía oír incluso con mis oídos jóvenes, dijo las palabras: "Bill, si usted no tiene cuidado va a terminar hacia donde va."

Sé que nuestro tiempo junto en esa entrevista se extendió más allá del tiempo normal asignado. No puedo recordar mucho del calmado y pacifico consejo, pero sí recuerdo el impacto que tuvo en mí. Las semanas y los años que siguieron tuvieron largos momentos de introspección sobre el dónde voy, y donde el presidente Hobbs pensó que yo me dirigía. Yo no creo que haya necesidad de decirlo, pero en nuestro Viaje al Templo de ese año no hubo un libro con el suficiente espacio para esconder una pistola de agua.

El Viaje de ese año fue también diferente en otras formas. Recuerdo, incluso, que estuve meditando sobre la gente por la que yo iba a ser bautizado y cómo se sentían con respecto a lo que estaba sucediendo cuando entré en el agua en su nombre. La lista de ese año de la gente por la que había sido bautizada esta ahora descolorida y desgastada, pero se queda en mi colección de recuerdos de uno de esos momentos mágicos de la adolescencia.

Alma tuvo una conversación similar con su hijo Corianton, quien había hecho una interpretación juvenil y personal acerca de cómo un misionero en el servicio del Señor debe portarse. Alma, para tratar de ayudar a su hijo rebelde, habló sobre el mismo principio que el presidente Hobbs. Que el camino en el que estamos nos llevará a un destino determinado. Alma explico la Ley de la Restauración al enseñar a su hijo que todas las cosas serían restauradas a su estado natural. Alma, al referirse a las etapas de la vida después de nuestra probación terrenal, dijo que cualquier camino que elegimos durante esta vida, lo vamos a seguir caminando después de esta vida. Si seguimos el plan de felicidad ahora, seremos restaurados a un estado de felicidad. Si seguimos el plan del adversario, cuya meta es que los hombres sean miserables, entonces después de la muerte seremos restaurados a un estado de miseria.

Evidentemente Coriantón entendió el mensaje, porque casi de inmediato Alma le llama a salir a predicar el evangelio. Mi conversión personal no fue tan instantánea como Coriantón, pero a lo largo de los años he llegado a comprender que el arrepentimiento no viene por un corto regreso de nuevo al camino trazado en el Plan de la Felicidad. El arrepentimiento sucede cuando cambiamos de tal manera que nuestro caminar diario no es una desviación ocasional en el camino, pero cuando nuestras desviaciones ocasionales del camino estrecho y angosto disminuyen dramáticamente.

Alma estuvo allí para su hijo Coriantón en un momento crucial. El Presidente Hobbs estuvo allí en un momento muy importante en mi vida. Coriantón respondió e hizo una drástica corrección en su camino. Yo esperaría, si fuera posible otra entrevista con el Presidente James Hobbs en la que él podría decir: "Bill, si tiene cuidado terminara hacia dónde va."

Escrituras: Alma 41, Alma 42:31

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