domingo, 10 de junio de 2012

RELACIONES

Cuando se añade música a las palabras, parece haber un aumento en el significado del tema y un mayor impacto sobre el oyente. Esta bien puede ser la razón por la que el rey David eligió dramatizar sus pensamientos añadiendo el arpa y la flauta a sus palabras, y las puso en Salmos en vez de sermones. Es fácil entender por qué Alma, el hijo de Alma, deseo tener como ayuda el lenguaje de los ángeles para proclamar el evangelio a todo el mundo.

Como nunca he tenido la ventaja del talento musical, he tenido que contentarme con confiar en el tema para poner significado a mis pensamientos. Mientras las experiencias de la vida se han multiplicado, un tema se ha vuelto cada vez más importante y me ha convencido de que de todo lo que hacemos en la vida, nuestras relaciones pesaran mas sobre la balanza de la justicia.

David cantó:
Con arrogancia el malo persigue al pobre; llena esta su boca de maldición, y de engaño y de fraude. Se sienta al acecho en las aldeas; en los escondrijos mata al inocente. El justo es el que prevalece sobre su lengua, que no calumnia, que no reprocha a su vecino.

Juan, el apóstol llamado el amado, enseñó:
La capacidad de amar a Dios a quien no hemos visto depende de nuestra capacidad de amar a nuestro prójimo a quien hemos visto. Uno que profesa amar a Dios sin dejar de odiar a su prójimo es un mentiroso y la verdad no está en él.

Santiago, uno de los hijos del trueno indica:
Hay una fuerte relación entre la forma en que le hablo a mi hermano mortal y mi habilidad para comunicarme con la Deidad en la oración.

Benjamín, el rey y siervo demostró:
El verdadero servicio a Dios sólo se puede lograr a través del servicio a nuestros semejantes.

Incluso una búsqueda breve en las Escrituras nos deja con pocas dudas. Que gran parte del grado de la calidad de vida que eventualmente disfrutamos en nuestra existencia post-mortal, será determinado por la forma en que manejemos nuestras relaciones con nuestros compañeros de estadía durante nuestro tiempo en la tierra. Nuestro nivel de dignidad puede ser determinado, no tanto por el quebranto o la consagración a los mandamientos escritos en tablas de piedra, y más por las palabras que han causado que el corazón de nuestro vecino se llene de gozo y consuelo.

Las palabras de advertencia del Señor acerca de no pensar en el mañana y lo que podría traer, asegurándonos que este dia traiga su propio afán, nos dan a entender que nuestra eternidad no será más que una extensión eterna de nuestro caminar diario. Las palabras que hablo, las canciones que canto, los pensamientos que tengo, las cosas que hago no son más que los pasos actuales en mi camino eterno.

Boyd K. Packer dijo que cuando él comienza su dia, pide al Señor que lo ayude a ser sensible a las personas que contacta para poder llegar a conocer sus necesidades, y ser consciente de cómo él podría ser capaz de servir y edificarles.

¿Podemos imaginar la maravillosa transformación que tendría lugar en nuestras relaciones, si cada uno de nosotros tuviera que enfrentar nuestro día con esta oración en nuestros corazones y luego salir resueltamente a esforzarse por cumplir los deseos de nuestra oración?

Yo no tengo que esperar. Poco importa si solo un alma se esfuerza por mejorar hoy la vida de su vecino. Estoy convencido de que si elijo vivir mi vida tratando de tener relaciones que edifican, fortalecen y brindan gozo a los demás, la maldad disminuirá, y un poco de justicia se mantendrá en su lugar.

Si una oración universal existiera, sospecho que incluiría a la familia humana añadiendo sus peticiones a las de Elder Packer, que seamos impulsados por esta magnífica obsesión de poner nuestros pies en el camino hacia la máxima felicidad, que las canciones de bondad puedan echar raíces en más y más corazones, empiecen a expandir el alma, transformando actitudes y acciones, que la humanidad incondicionalmente empiece a interactuar en una forma bondadosa, compasiva y de verdadero amor a todos nuestros vecinos.

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