domingo, 26 de agosto de 2012

LUZ - AGUA - PAN

Mi maestro de sexto grado, quien fue uno de los que influyó la carrera que elegiría, dejó una impresión duradera en casi todos sus estudiantes por su simpatía, entusiasmo y creatividad en el aula.

Recuerdo que en una clase de ciencias estábamos tratando de entender que hacia que las plantas vivieran, se desarrollaran y crecieran. El Señor Beeson organizo el experimento de tal modo que pudiéramos ver el efecto que tienen las diferentes cantidades de luz, agua y alimentos sobre las plantas. El proceso se inició con cuatro plantas de la misma variedad en cuatro macetas diferentes.

Planta A – Fue nombrada Patricia, ya que iba a ser la planta más mimada, recibiendo cantidades perfectamente medidas de luz, agua y alimentos.

Planta B – Fue nombrado Juan porque iba a estar aislada, así como algunos estudiantes hacen durante los recreos. Fue puesto en un armario en la oscuridad, pero se le dieron cantidades medidas de agua y alimentos.

Planta C – Fue llamado Fred, porque no iba a tener nada que ver con el agua, pero se dejo bajo la luz y se le alimentaba.

Planta D – Fue nombrado finalmente Sally, mientras se volvía más flaca y más flaca, recibió luz y agua, pero no alimentos.

Yo no creo que no hubiéramos sido capaces de darle nombres a las plantas en esta época y dia, ya que quizás se les dieron los nombres porque se asemejaban a algunas características de los miembros de la clase. No recuerdo con certeza, pero los nombres los pudieron haber puesto algunos chicos insensibles en la clase, mientras que el señor Beeson sólo los había marcado con los nombres genéricos A - B - C - D.

En muy pocos días pudimos ver los efectos de la falta de tan solo uno de los elementos esenciales que dan vida a las plantas. Un gran dolor se apodero de la clase cuando primeramente Fred, que se secó por la sed, fue tirado a la basura. Entonces Juan, al que vimos por primera vez cambiar de verde a café-amarillo, que luego se puso pálido y se marchito solo en su cuarto oscuro, también fue relegado al tarro de la basura. Finalmente Sally, tratando de vivir en una tierra que poco a poco perdía todos los minerales esenciales para vivir, expiró y fue desechada. Sólo Patricia, que estaba constantemente mimada con luz, agua y alimentos, creció hasta convertirse en una planta llena de vitalidad con flores de color rojo brillante.

En algún lugar, incluso mucho tiempo después que Patricia había seguido el camino de todos los seres vivos, me di cuenta de que el Salvador había enseñado que estos tres elementos, que son esenciales para todos los seres vivos, son también esenciales para el crecimiento espiritual de aquellos que optan por seguirlo. En diferentes ocasiones proclamó que Él era la luz del mundo y que de El fluían las aguas vivas y el pan de vida.

No toma mucho tiempo el ver que aquellos que se ausentan de la luz, el agua y el alimento del Salvador, sufren la misma sequedad, marchitez y finalización en sus vidas que habíamos visto pasar a las plantas en nuestro experimento de ciencias en el del sexto grado.

En muchos sentidos, el mismo dolor que sentí cuando vi la muerte de John, Fred y Sally, lo siento ahora por los muchos que veo divagando en la oscuridad, la sed y el hambre porque no tienen forma de acceder a estos elementos esenciales por su propia cuenta. Muchos, como esas plantas malogradas, permanecen en esta condición porque los que tienen un poco de luz, agua y el alimento del Salvador retienen estas substancias que dan la vida. Algunos las retienen porque carecen del compromiso de compartir – otras porque carecen de una convicción de la fraternidad universal – hay quienes no dan su luz, agua y alimentos, ya que son egoístas y no entienden la ley del cielo que declara que al dar de lo que tienen, al igual que la viuda que alimentó a Elías, se les aumentara sus propias escasas reservas.

En el experimento de la vida veo otro grupo que tiene todos los elementos de la vida a su alcance, deliberadamente van, alejándose de la verdadera luz, tropezando en la penumbra proporcionada por los inadecuados bombillos artificiales hechos por el hombre. Ellos mismos se ahogan en líquidos almibarados que les dejan con las almas insaciables, mientras caminan a lo largo de las orillas de los ríos eternos. Ellos devoran glotonamente las bondades de las cosechas terrenales que blanquean sus huesos dejándolos tirados en desiertos resecos, bordeados por ondeantes campos con el mana que da vida.

A diferencia de la Planta A - Patricia, que finalmente llegó al inevitable fin de todas las vidas mortales, sólo hay una manera de alcanzar la plenitud de la vida eterna, la cual viene al ser iluminados por la Luz del Mundo, al beber profundamente de la Fuente de Agua Viva, y al alimentarse con el Pan de Vida.

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