domingo, 2 de septiembre de 2012

NO VALE LA PENA EL CAMBIO

En vista de todo el interés superficial que la campana presidencial de Mitt Romney para presidente de los Estados Unidos ha traído hacia los mormones (no es un nombre reconocido oficialmente por la Iglesia o sus seguidores), pensé que valdría la pena volver a introducir un pensamiento que escribí hace muchos años, mientras que me preparaba para un programa de radio semanal llamado Reflexiones para el día de reposo. Hay algunos de ustedes que ya han reconocido que periódicamente vuelvo a visitar estos mini- sermones de radio como base para mis Pensamientos para un día de reposo. Así que si usted tiene el tiempo y los libritos auto-publicados, les reto a que encuentren este.

De todos modos, hace unos años leí una publicación de Ernest Taves acerca de las primeras etapas de la vida de José Smith. Él tituló su libro Suficiente Problema: José Smith y el Libro de Mormón, con el subtitulo" Un mentiroso carismático al descubierto". Taves, un psiquiatra y también colaborador del Playboy y Galaxy, llegó a la conclusión de que el mormonismo, (que yo Creo, en este caso, es un sustituto de la palabra del Evangelio restaurado de Jesucristo), al igual que otras religiones cristianas, deben modernizar sus doctrinas y renunciar a las enseñanzas anticuadas de sus pioneros padres. Con profunda sinceridad el invita a los Santos de los Últimos Días "a unirse al resto del mundo." Supongo que debería sentirme halagado de que él está dispuesto a incluir los Santos de los Últimos Días, como parte de la cristiandad, pero llegar a ser lo que el imaginaba que el resto del mundo debería ser, estaba muy lejos de lo que mi comprensión de lo que define a una persona como Cristiano.

Mientras meditaba en su modernización del cristianismo encontré, que a fin de acceder a su solicitud, los siguientes cambios serían necesarios en mi vida

1. Yo tendría que renunciar a la comodidad y a la seguridad que viene con el conocimiento de un Padre Celestial personal, y creer, en vez de eso, en un creador impersonal y ausente, o alguna otra teoría que pueda surgir acerca de nuestra existencia.

2. Yo tendría que pasar de la creencia en la responsabilidad individual, donde cada uno es responsable por el uso de su albedrio, volviéndome en alguien que se excusa de todo, uniéndome a la multitud de los que constituyen los que culpan, los sin culpa, y sin responsabilidades del mundo moderno.

3. Abandonar mi fe en la expiación de Jesucristo y la resurrección universal, volviéndome un cínico acerca de lo que me espera más allá de las puertas de la muerte y vivir con entusiasmo ya que sólo se vive una vez.

4. Yo tendría que dejar de lado los consejos y mandamientos de un Salvador Omnisciente que definió la vida que aumentaría la felicidad en la mortalidad y brinda ría alegría eterna, creyendo en cambio que todo el mundo tiene la inteligencia suficiente para determinar los límites y las leyes de su existencia sin restricciones anticuadas.

5. Yo tendría que arrepentirme del conocimiento de que antes de venir a la mortalidad me regocijé con todos los hijos de Nuestro Padre Celestial sobre las posibilidades que me esperaban en este hermoso planeta, y de que eventualmente la eternidad final de mi existencia debería ser borrada y substituida por la triste creencia en la temporalidad de nuestros setenta años caminando a lo largo de los caminos fangosos de la tierra.

6. Yo tendría que negar la existencia de los profetas vivientes que están inspirados por un Eterno Señor para ayudar a los hijos de la tierra, a través de la revelación que continuamente los mantiene congruentes con un mundo cambiante, ayudándoles a tomar correctas y productivas decisiones. En lugar de eso debería contentarme con pasear a través de los constantes procesos de las decisiones de la vida, usando la ayuda de hombres menos inspirados haciendo conjeturas.

7. Yo tendría que dejar a un lado la organización que enseña, inspira, entretiene y fortalece mi posteridad para que su elección del recurrir a usar drogas, de abrazar la inmoralidad, de rebelarse sin cesar y siempre buscar la emoción, pueda ser libremente vivida sin influencias mediadoras.

8. Debo remplazar las enseñanzas de las Escrituras en las que encuentro la esperanza de la fraternidad humana y la amonestación de convertirme en el guardián de mi hermano, y de entrar en la jungla de asfalto donde todos son presa justa en mi búsqueda por sobrevivir y tener éxito.

9. Por necesidad tendría que desarrollar una política filosófica que los políticos van a utilizar para el engrandecimiento personal y el progreso social, y abandonar mis creencias de que el patriotismo, el honor, el amor a la libertad y a la paz son una alternativa preferible, y que los gobiernos existen para asegurar a todos estos privilegios.

10. El derecho a un matrimonio eterno que fue solemnizado en el Templo del Señor debe ser olvidado junto con las promesas que unen y solidifican mi esposa y a nuestra posteridad. En su lugar podría necesitar un contrato de divorcio antes del matrimonio, que aseguraría que mi cónyuge infiel no arranque mis pertenencias temporales cuando, no si, nos divorciamos.

Estoy seguro de que mi lista podría extenderse y llegar a ser más numerosa si tuviera que seguir reflexionando sobre lo que tendría que renunciar si me fuera a unir al resto del mundo del Sr. Taves, pero tengo que contentarme con mi límite de
10 y mis conclusiones deben permanecer. Debo con una conciencia clara rechazar la invitación de Sr. Taves de unirme a su mundo, y con un corazón gozoso continuar mi devoción por las doctrinas que han sobrevivido el tiempo y las enseñanzas de mis padres pioneros.

Sólo una observación personal: Siendo un observador de la gente devota quiero declarar que a lo largo de los años, desde que leí por primera vez el libro de Ernest Taves, he sido testigo de que la mayoría de las personas que han estado en contacto con este, han rechazado su invitación modernizadora y generalmente avergonzados, caminan los caminos que sus antepasados ​​caminaron.

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