domingo, 9 de febrero de 2014

EL DÉBIL ESLABÓN

Los años en los que tuve el privilegio de enseñar cubrieron la mayor parte de mis días. Hubo algunos días en los que, o bien mi presentación o el tema, hacían difícil que los estudiantes no mantuvieran sus mentes deambulando, o que sus párpados no se cerraran. Había siempre un tema que yo sabía que sin importar cuán inepta fuera mi presentación, no habría dificultad en mantener la atención de los miembros de la clase.

El tan interesante tema podría llevar muchos títulos: Señales de los Tiempos - La Segunda Venida - El reinado del Rey de Reyes - Cuando venga Jesús - El Milenio Maravilloso, etc., y aun así el aumento en el nivel de atención siempre fue evidente.

En mis primeros años encontré, al ensenar este tema, que los estudiantes se interesaban cuando resaltaba las condiciones carnales, las contenciosas y malvadas condiciones que se extenderán sobre las naciones, haciendo de la destrucción de un tercio de la vida en el planeta justificable. A medida que los años pasaron, y con los cambios que vienen por el envejecimiento y la experiencia, he encontrado mi énfasis yendo hacia el cómo los dos tercios que sobrevivirán tendrán que ser para ser salvados de la devastación cuando Él venga otra vez.

Se ha convertido cada vez más evidente que las actividades de la población mundial hace mucho tiempo cruzaron la línea del ser lo suficientemente malvados, para calificar a las condiciones catastróficas que se han profetizado que acompañaran Su regreso al trono.

El problema no parece ser que no hay suficiente maldad, el problema parece ser la falta de una generación justa entre los que Él pudiera morar, y que podrían avanzar hacia convertirse en dignos de vivir mientras El reine durante mil gozosos años.

Tampoco el problema parece ser que Él haya establecido el estándar tan alto que sea inalcanzable para esa generación justa. Él no está requiriendo que se alcance esa perfección, Él sólo necesita un pueblo que haya dejado lo telestial y que se ponga los terrenal, o en otras palabras, un pueblo que se haya arrepentido de su malos caminos y desee convertirse en bueno y honorable.

El número requerido no parece ser tampoco abrumador. El no está requiriendo el 100 % o incluso que el 75 % se conviertan en buenos y honorables, pero ha fijado lo que parece ser una alcanzable 66 %.

Mucha gente lee los capítulos culminantes en el Libro de Mormón (Tercer Nefi) cuando el Salvador viene entre los descendientes de Lehi de la misma manera en que yo enseñé este tema en mis primeros años. Pusieron énfasis en la maldad de las personas que fueron destruidas en su venida, y permiten que esa parte de la historia eclipse la parte importante de la historia de los quedaron para escuchar Su maravilloso mensaje, y lo que habían hecho para ganar el privilegio de sentarse a Sus pies y escuchar Sus palabras.

Si el Libro de Mormón es realmente el libro, como lo proclamo José Smith Jr., que nos acercara a Jesucristo más que cualquier otro libro, sin duda el énfasis debe ser puesto en aquellas personas que se consumieron con el deseo de prepararse para ser buenos y lo suficientemente honorables para estar en Su presencia, y no en aquellos cuyos deseos iban a ser carnales, criminales y contenciosos, y que se encontraban en el camino que conduce a la destrucción.

Las Escrituras de los últimos días hacen referencia a lo mejor de los buenos y honorable en esos Últimos Días como el pueblo de Sion, un pueblo que ha alcanzado un nivel de justicia compatible con el tener el Hijo del Dios viviente entre ellos. No son un grupo de personas perfectas, sino un pueblo que ya no desea hacer lo malo y desean hacer lo bueno continuamente. No un pueblo que ha superado todo, pero que han plantado sus pies firmemente en el camino que conduce al Árbol de la Vida y que se aferra firmemente a la Barra de Hierro para ayudarse a mantenerse firmes en su búsqueda .

El registro de los que recibieron al Salvador en las Américas según consta en el Libro de Mormón, indica que hubo una gran variación en el grado de bondad y honorabilidad entre aquellos que fueron preservados durante la devastadora destrucción cuya historia fue grabada en las planchas de oro. Habrá asimismo una gran variación en el grado de bondad y de honorabilidad entre los que estarán presentes en Su segunda venida en los últimos días.

Se nos asegura que los que escucharon las palabras del Salvador en las Américas no habían completado el proceso de perfección. Después de que el Salvador vuelve a vivir con su Padre, encontramos en libro Cuatro de Nefi que el proceso de arrepentimiento o de convertirse en lo suficientemente justos para morar con Dios continuó.

Tal como al Elder Bruce R. McConkie le gustaba subrayar, no es tan importante el donde nos encontremos en el camino hacia la perfección, como lo es la constancia de nuestra progresión positiva en ese camino. Como el Nefi de la antigüedad proclamó, debemos seguir hacia adelante.

Un breve examen del proceso de seguir hacia adelante nos encontraría luchando por ampliar nuestra esperanza, extender nuestra fe y aumentar nuestra caridad. El Sermón del Monte, en las llanuras, y en el Templo de Abundancia nos hace conscientes de que ser bueno y honorable incluiría el amplificar las cualidades de la humildad, la empatía, la sed de justicia, la mansedumbre, la misericordia, la purificación de nuestros corazones y el ser pacificadores. Un examen de la pequeña Sion en el Cuarto libro de Nefi del Libro de Mormón, añade el actuar con justicia, el vivir en un espíritu universal de hermandad, el honorar el derecho a la bendición de la libertad de cada uno, el nivelar los bienes del mundo para que nadie los quiera, la observancia a las leyes y a las ordenanzas del Señor, y el tener el amor de Dios en nuestros corazones.

Su continua lucha y el deseo por una progresión positiva en el camino que conduce al Árbol de la vida, dio como resultado el desarrollo de un pueblo que era más feliz que cualquiera que había sido creado por la mano de Dios
.
Al igual que la cadena proverbial que no puede ser más fuerte que su eslabón más débil, la preparación de un pueblo preparado con el deseo constante de ser justo, sólo se cumplirá mientras que cada uno de nosotros siga hacia adelante esforzándose por no ser ese débil eslabón.

Quién sabe, tal vez hay 65,99 % de la población mundial que ya tienen sus pies bien fijos en el camino, y se aferran con fuerza a la barra de hierro, y que continuamente desean ser buenos y honorables, y sólo están esperando que yo entre al grupo de modo que el día largamente prometido pueda llegar cuando nosotros también disfrutemos de todos los frutos prometidos de felicidad.

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