domingo, 23 de febrero de 2014

EGOCENTRISMO

Hace algunos años apareció en el periódico un artículo en la columna de Ann Landers. Ella había recibido una carta de una mujer la cual me conmovió más allá de la acostumbrada lectura ocasional hacia un largo periodo de meditación.

La mujer había escrito buscando respuesta a un dilema estremecedor. Ella decía que había pactado imprudentemente con su marido el dejar de fumar ya que el hábito que compartían estaba irritando las alergias de su hijo pequeño.

Su marido estaba honrando el pacto, pero ella había decidido continuar clandestinamente con su adicción y regresó a las autodestructivas necesidades de la nicotina, que disfrutaba antes de que el bebé naciera, y había hecho el pacto con su esposo de una forma imprudente. Tan pronto como su marido se iba a trabajar ella se escondía en el garaje o en el sótano para satisfacer los deseos que anteriormente hicieron del no fumar una decisión casi imposible.

La razón por la que le estaba escribiendo a Ann era para obtener la aprobación de una solución más permanente y menos sacrificante que ella había diseñado.

La pregunta sobre la gran obra de la maternidad fue presentada con las siguientes palabras: ¿Pensaría Ann Landers que tal vez sería mejor que ella pusiera a su hijo en adopción, como es natural, en un hogar donde los padres se abstuvieran del uso de tabaco, y así ella y su marido podrían volver a los placeres abiertos y el goce de sus cigarrillos?

Ann terminó el artículo de ese día criticando a la mujer comentando sobre el egoísmo total de aquella. La declaración final de Ann Landers en el artículo de ese día para el alma equivocada, quien había dado prioridad a la mala hierba sobre una vida humana, (y Ann pudo haber estado en lo cierto) fue cuando aconsejó al marido de la mujer a optar por quedarse con el hijo y deshacerse de la esposa.

Dejaré este cuento ridículo y escribiré hacia donde me llevo mi intensa meditación después de leer este artículo.

En esta breve columna encontramos capitalizado el cómo los individuos en nuestra egocéntrica sociedad se condicionan a sí mismos para resolver los problemas de tal manera que no causen molestias o desvíos de lo que ellos perciben como los derechos independientes de la vida egocéntrica.

La plaga no se reducirá con los abusos de la persona. Encontramos familias, comunidades y naciones sucumbiendo a la enfermedad del egoísmo. Algunos han descrito esta enfermedad con las palabras: Siempre y cuando consiga lo mío, realmente no me importa que aflicción puede causarle.

Somos testigos de los gobiernos que tratan de encubrir malas gestiones y decisiones erróneas mediante la ampliación del endeudamiento nacional y la recaudación sobrecargada de impuestos.

Encontramos que menos y menos de la población mundial consiguen más y más de la riqueza mundial, mientras más y más de la población del mundo encuentran cada vez menos frijoles en sus platos.

Somos testigos, hasta la fecha, de una sociedad desenfrenada con la promiscuidad y la inmoralidad, tratando de cubrir su falta de moderación condenando la intolerancia y sofocando las restricciones de sus antepasados.

Vemos iglesias con congregaciones cada vez más escasas, porque el libre albedrío se ha convertido en un derecho individual de tal forma que ninguna religión tiene el derecho de impugnar o sugerir que puede existir un Dios universal dador de leyes.

Encontramos la predicación de la Palabra de Dios siendo reemplazado por el entretenimiento y los conciertos colosales con el fin de atraer a un público cuyo individualismo se ofende fácilmente y el cual nunca es cuestionado.

Encontramos la unión que una vez considero la familia como la única unidad más importante de la sociedad, siendo reemplazados por las masas no unidas que se separan egoístamente mientras individualmente buscan aumentar sus propias montañas materialistas.

Ante el temor de que lo que voy a decir se ira a la fantasmal deriva de los oídos que hace mucho tiempo fueron cerrados hacia cualquier palabra que pudiera poner en peligro el derecho a ser egocéntricos, temblando ofrezco las siguientes observaciones.

El tiempo puede ser propicio para quitar del mercado nacional nuestros métodos de cómo solucionar los problemas. Dado que sólo hemos estado en la esclavitud universal de nuestro egocentrismo por unas pocas décadas, con suerte vamos a ser capaces de redirigir el rumbo antes de que nuestra autocomplacencia y falta de voluntad al dar cuenta de nuestras acciones, convierta nuestro claro rechazo en una reacia podredumbre.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: Los funcionarios elegidos para servir a la población deban eliminar la postura de encubrir su auto-servicio egoísta y comiencen a actuar con responsabilidad y visión.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: el ser llevado hacia donde el viento sopla y el rebuznar comentarios comunes que agradan a las masas podrían llevar a aumentar los votos, pero nunca a construir naciones.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: el caminar por la cuerda floja tratando de ser todo para todas las personas pueda mejorar los índices de popularidad, pero que poco a poco engendra una sociedad triste incapaz de resolver los problemas actuales, mientras que continua hipotecando su futuro.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: La sociedad tenga que darse cuenta nuevamente que la indulgencia hacia la transgresión acelera las naciones hacia los resultados de una ecuación que establece que la aceptación y el encubrimiento de la inmoralidad siempre se multiplica asimismo a un ritmo alarmante, inclinándose hacia una severa autodestrucción.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: Las iglesias tengan que dejar de competir con la industria del entretenimiento y volver al tiempo cuando las congregaciones llenaban las bancas para llenarse de la bondad de la Palabra, cuando fortalecidas con un motivo para volver a empezar, encontraban un refugio de estabilidad basado en verdades eternas, y eran sostenidos por la creencia en una existencia que va más allá de la tumba.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado cuando: Las familias dejen el constante mirar hacia el brillo y el resplandor de las chucherías de los canales comercializados, y busquen las verdades eternas en que se basan las relaciones eternas.

La hora está cerca, si es que ya no ha llegado, cuando: Debamos de igual manera mirar rápidamente a nuestras prioridades en la vida. Podría solo ser que debido a nuestro egocentrismo estemos más cerca de lo que pensamos de perderlo todo.

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