domingo, 30 de noviembre de 2014

LA MISERICORDIA - RECIBIDA Y PRESTADOS

Estaba meditando sobre algunos escritos del pasado y encontré uno que me recordó una noche cuando estaba trabajando con nuestro cuarto hijo, Brendan, mientras él memorizaba algunos versos de 'El Mercader de Valencia' de William Shakespeare.

"La misericordia no es cosa que pueda forzarse, cae sobre la tierra como la suave lluvia del Cielo.

Es doblemente bendita: bendice a quien la da, y a quien la recibe, es lo más poderoso de lo poderoso: Para el rey es mejor que su corona.

El cetro muestra la fuerza del poder temporal, los atributos del respeto y la majestad, en el que está sentado el temor y el miedo a los reyes: pero la misericordia está por encima del dominio de ese rey: está entronizada en el corazón de los reyes: es una cualidad del Dios mismo: y por eso los poderes terrenales se muestran como los divinos cuando la misericordia modera la justicia.

Por lo tanto, Judío, aunque reclames justicia, considera esto, que si por justicia fuera, ninguno de nosotros estaría salvo.

Oramos por misericordia, y esa misma oración nos enseña a responder con actos de misericordia".
(Acto IV Escena 1)

Siempre he apreciado las palabras de sabiduría bien escritas, pero mientras escuchaba a Brendan repetir estas frases melódicas una y otra vez, el mensaje de Shakespeare resonó con fuerza en mi alma.

Había enseñado y creído durante algún tiempo en la realidad del acto expiatorio del Salvador, pero en esta noche, el poder de Su gracia y de la inutilidad de todo lo que hago sin ese acto misericordioso, resonó hasta la médula de mi existencia. Mi búsqueda de la salvación dependía totalmente del sometimiento del Hijo a la voluntad del Padre.

Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo, y a reconciliarse con Dios; pues sabemos que es por la gracia que nos salvamos, después de hacer cuanto podemos. (Libro de Mormón - 2 Nefi 25:23)

¡Qué descubrimiento tan esclarecedor es que dar misericordia es usar el poder, ese poder que genera uno aún más grande. Satanás ha trabajado para convencer al hombre de que es a través del dominio que obtenemos poder sobre otros. La verdad que resuena en nuestros corazones es que obtenemos poder real cuando liberamos a otros de las obligaciones y cargas que pudieran estorbar su relación con nosotros.

No obstante, el Señor Dios nos manifiesta nuestra debilidad para que sepamos que es por su gracia y sus grandes condescendencias para con los hijos de los hombres por las que tenemos poder para hacer estas cosas. (Libro de Mormón - Jacob 4: 7)

A su alma hace bien el hombre misericordioso, pero el cruel atormenta su propia carne. (Antiguo Testamento - Proverbios 11:17)

Con misericordia y verdad se corrige la iniquidad. (Antiguo Testamento - Proverbios 16: 6)

¿Puede ser, que de la misma manera misericordiosa en que el Salvador se convirtió en el maestro de toda la humanidad, en un grado mucho menor obtenemos una porción de este peculiar poder, aligerando las cargas de nuestros vecinos a través de nuestras pequeñas muestras de misericordia?

Sospecho que si totalmente entendiéramos la magnitud del cambio que llegaría a nuestras vidas a medida que aprendemos a emular y a ejercer nuestra poca calidad de misericordia, estudiaríamos sobre la misericordia, practicaríamos la misericordia y agradecidamente recibiríamos la misericordia que otros nos extienden.

Mi oración es que, no sólo durante esta temporada cuando las palabras de agradecimiento se derraman como si fueran suministradas por un cuerno de abundancia eterna, sino que cada día que el sol de la mañana nos despierta a otro día, y también mientras gozamos de los privilegios y las oportunidades de cada día, y nuevamente mientras nos preparamos para reclinar la cabeza sobre frescas almohadas recordemos:

"La misericordia no es cosa que pueda forzarse, cae sobre la tierra como la suave lluvia del Cielo.

Es doblemente bendita: bendice a quien la da, y a quien la recibe, es lo más poderoso de lo poderoso: Para el rey es mejor que su corona.

El cetro muestra la fuerza del poder temporal, los atributos del respeto y la majestad, en el que está sentado el temor y el miedo a los reyes: pero la misericordia está por encima del dominio de ese rey: está entronizada en el corazón de los reyes: es una cualidad del Dios mismo: y por eso los poderes terrenales se muestran como los divinos cuando la misericordia modera la justicia.

Por lo tanto, Judío, aunque reclames justicia, considere esto, que si por justicia fuera, ninguno de nosotros estaría salvo.

Oramos por misericordia, y esa misma oración nos enseña a responder con actos de misericordia".
(Acto IV Escena 1)

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