domingo, 10 de octubre de 2010

RECIBIMOS A MEDIDA QUE DAMOS

No estoy seguro de que el concepto sea digno de ser grabado en piedra, pero mientras le aumento dias, anos y décadas a mi vida, he visto creciente evidencia de que la mayoría de los pasos progresivos de la vida van acompañados por la pérdida de algo que era profundamente atesorado. Ganamos experiencia solo mientras sacrificamos juventud, después la flor de la vida y finalmente los años dorados. Una búsqueda diligente de conocimiento usa preciosos momentos que rápidamente se transforman en anos que se van. Los gozos familiares limitan los deseos de aventura y exploración individual. El construir un manana seguro exige un pare en el cumplimiento de algunos de los deseos de hoy.

Otra dicotomía que me ha llamado mi atención mientras observo las situaciones contemporáneas y de las escrituras, es el muy repetido fenómeno donde diferentes resultados parecen salir de creencias similares.

Encontramos niños que aparentemente crecen en el mismo ambiente, siendo criados por los mismos padres; uno abraza los valores y las enseñanzas de sus padres hallándolas satisfactorios y útiles, mientras el otro se rebela en contra de esos mismos conceptos hallando las enseñanzas repugnantes y represivas. La gente puede mirar a la misma información y llegar a interpretaciones y soluciones extremadamente diferentes. Mientras uno encuentra comodidad en la ventaja de vivir en la gran ciudad, otros nunca pueden sentirse contentos alejados de la vida del campo.

Sé que la causa de estas variaciones son extremadamente complejas, pero parece que hay algo más allá de un estímulo externo a nuestro alrededor que contribuye significativamente al como interpretamos y reaccionamos a lo que nos rodea. La lluvia cae sobre la cabeza de todos. Algunos son solo capaces de ver y de quejarse del barro, mientras otros alzan sus rostros al cielo para agradecer la efusión de esta fuente esencial de la vida. A medida que el sol irradia sobre la tierra, algunos de los habitantes se asolean mientras otros se queman. El viento trae un escalofrió a uno, mientras refresca el aire de un vecino.

El origen de estas diferentes reacciones a estímulos externos parece generarse desde un lugar profundo dentro de cada uno de nosotros, algo que existe independiente de un sistema nervioso que está reaccionando a los cinco sentidos reconocidos normalmente. Esta parte de nosotros nacida en el cielo parece dar a cada uno una inclinación a actuar positiva o negativamente mientras vemos, olemos, saboreamos, sentimos o escuchamos.

Mientras trato de fusionar estos dos conceptos permítanme primero hablar de aquellos que parecen vivir en un mundo por siempre optimista. Aunque para muchos, tener siempre la habilidad de ver el lado positivo de las cosas parece ser una deseable manera de vivir, en realidad es a veces necesario saber que demasiada lluvia, sol o viento puede llevar a consecuencias destructivas. Del mismo modo, aunque al principio pensemos que ver las cosas negativamente está mal en cada situación, en el furor de cada batalla de la vida llegamos a saber que una dosis saludable de escepticismo puede llevar a evitar equivocaciones. De alguna manera cada uno de nosotros necesita sacrificar una medida de nuestras inclinaciones naturales para así obtener una interacción saludable de lo positivo y lo negativo en nuestras vidas. Al final de nuestras vidas deberíamos todos esforzarnos por ser capaces de unirnos al coro, añadiendo nuestras voces a la de Scrooge, mientras el canta al final de la película basada en el libro 'Cuento de Navidad' de Charles Dickens, ' eso que fui nunca lo seré nuevamente'.

Después de todo, no fue la declaración del Salvador de que el encontrarse a uno mismo estaría condicionado a la perdida de la vida que uno ahora? Ahí está nuevamente, el progreso contrarrestado por una perdida. Nadie de nosotros deberíamos sentirnos seguros de nosotros mismos, de que seremos desviados de este consejo divino de sacrificar algo de lo que somos para que así podamos seguir adelante hacia lo que fuimos enviados a ser.

El grandioso sentimiento de ser amado por otros llegara como resultado de usar el tiempo al servicio de ellos. Tener un ambiente de paz y calma será comprado al pagar el precio de controlar mi lengua e ira. Si voy a disfrutar los frutos del evangelio debo estar dispuesto a usar mi tiempo laborando en la viña.

Asi como muchos anhelos dignos de la vida, el entendimiento y realización del proceso de obtener por medio de dar, solo llegara a ser nuestro después de haber usado martillo y cincel y con diligencia, grabar permanentemente los cambios en nuestra alma. Sin embargo, a través de esta diligencia así como todas las otras cosas que se nos requiere dejar a un lado para hacerle lugar a la mejor parte. Podremos, poco a poco, pero con fuerza empezar a darnos cuenta de las recompensas que están llegando a ser nuestras mientras me domino a mí mismo. Empezaremos a liberarnos del terrible peso de que nuestro gozo depende de los caprichos de los demás. Seremos capaces de ver a través de un vidrio con más claridad de que todos nuestros vecinos, como nosotros, somos solo obras en progreso. Encontraremos nuevos y emocionantes horizontes mientras voluntariamente sacrificamos actitudes desequilibradas que hemos aceptado por mucho tiempo. Seremos alentados mientras empezamos a vislumbrar de que Nuestro Padre Celestial se preocupa aún más que nosotros por la dirección a la que nos dirigimos y el progreso que estamos logrando.

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