Esta semana pasada estuve contemplando la fascinante y remarcable matemática envuelta en las doctrinas y los principios del Plan de Felicidad de Nuestro Padre dado a Sus hijos como guía para su viaje mortal.
Mientras uno aprende los misterios de las eternidades, su lista de las cosas desconocidas aumenta.
La capacidad de amar aumenta en proporción directa al número de personas que amamos.
La fe en cosas desconocidas aumenta mientras el conocimiento de cosas conocidas aumenta.
A media que el tiempo utilizado en el servicio caritativo aumenta, hay un aumento correspondiente en la compasión personal.
El dar lo llena a uno con la comprensión de la abundancia de sus bendiciones.
El pagar un diezmo íntegro y honesto aumenta la prosperidad personal.
Las restricciones en la dieta de uno aumentan la salud y la longevidad de la mortalidad.
La disminución de lo que se quiere en la vida disminuye la longitud de nuestra lista de necesidades.
El aumentar la apreciación por lo que otros hacen lo hace a uno menos exigente.
El conocer las naciones aumenta la importancia del hogar.
Un aumento en el testimonio del Dios desconocido hace que todo lo demás en la vida se vea más claro.
El ser un estímulo de felicidad para otros lo llena a uno de gozo.
Las relaciones familiares cercanas y gratificantes aumentan el sentimiento de la fraternidad universal.
El estar conscientes de la magnificencia de la Deidad aumenta la humildad personal.
El entender los principios del evangelio lo ayuda a uno a solucionar la confusión en el mundo.
Los invito a todos a añadir sus inquietudes a esta lista de la fascinante y remarcable matemática que se encuentra en las doctrinas y principios del plan de felicidad de Nuestro Padre. Me encantaría hacer de esa lista mis pensamientos para Los Pensamientos para un Día de Reposo de la próxima semana.
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