domingo, 29 de diciembre de 2013

LOS MUCHOS DIAS DE LA NAVIDAD (segunda parte)

Ahora que hemos explorado algo de la historia de la Navidad, pongo a su consideración una razón para apoyar a quienes no sienten necesidad de disculparse por que sus luces navideñas cuelguen de los aleros de sus casas en junio o para los que aún dejan que sus decoraciones navideñas se queden más allá del 26 de diciembre.

No creo necesario tener que contender con aquellos que han establecido un acontecimiento o fecha específica para definir cuándo debe empezar la estación navideña. Creo que todos tiene el privilegio de celebrarla cómo y cuándo lo deseen. He escuchado aún en mi propio hogar que ahora que tenemos el Devocional de Navidad de la Primera Presidencia desde la Manzana del Templo en Salt Lake City, ese evento es el que marca el inicio de la estación navideña. Otros pueden decir que empieza apenas se limpia la mesa después del Día de Acción de Gracias, otros pueden afirmar que es con el Viernes Negro. Creo que ya lo he dejado claro.

¡PERO!

Déjenme tomarme el tiempo para explicar porque mi celebración de la navidad tiene MUCHOS días.

Cuando era muy joven no recuerdo que se contasen días específicos para la celebración, sino que simplemente era un tiempo de expectativa en los que pasábamos el tiempo ojeando los libros de los deseos (los catálogos de Sears y J. C. Pennys), hurgando en los armarios y en los áticos y buscando los regalos navideños en nuestra rutina para arruinar la navidad. Los días de anticipación se aproximaban lentamente hasta la mañana en la que luego de haber cambiado las envolturas hechas jirones se revelaban los tesoros ya descubiertos y alguna que otra sorpresa de Santa. Los agonizantes días de expectativa que rápidamente se terminaban en un momento al romperse las envolturas de los regalos también eran seguidos muy a menudo por un sentimiento egoísta de “¿y eso es todo lo que hay para la navidad?”

A medida que los años de mi infancia se metamorfoseaban en lo que luego denominé los maravillosos años de mi adolescencia, los últimos meses del año se convirtieron en un calendario lleno de fiestas que empezaban con Halloween y no terminaban hasta haber sacado la decoración de Año Nuevo. La navidad pasó a ser sólo una oportunidad más para reunirse con los amigos y la familia para comer hasta la saciedad y hacernos compañía hasta aburrirnos.

Mientras estaba en el servicio activo como reservista del ejército de los Estados Unidos y luego, mientras prestaba servicio como misionero de mi Iglesia en el norte de México, llegué a darme cuenta, gracias a mi conversión, del concepto de que Jesús, que había nacido de María en Belén, era en verdad el Cristo, el Salvador, y fue entonces que mis Muchos Días de Navidad comenzaron a expandirse dramáticamente.

Con la paternidad me di cuenta que durante los días de expectativa mi rol había cambiado. Antes yo había sido el cazador y ahora me había convertido en el ocultador de regalos, y el día de navidad era yo quien deseaba que por lo menos uno de los regalos sea realmente una sorpresa para cada niño, y cuando se terminaba el día tenía un sentimiento de gratitud por las bendiciones que había recibido.

A medida que han pasado los días, ahora con una mayor velocidad que se incrementa cada vez más, me doy cuenta que no hay razón para limitar la celebración del nacimiento del Salvador del mundo a una sola fecha.

POR LO TANTO:

Estoy agradecido de que después de haber vivido en un tiempo en el que sólo se podía escuchar los villancicos, las canciones y los himnos navideños en el momento en el que las estaciones de radio decidían ponerlos, o cuando el director de música del barrio decidía escogerlos, ahora vivo en una época en la que cientos y miles de interpretaciones musicales navideñas pueden almacenarse en artefactos más pequeños que un pedazo de chocolate y con un ligero movimiento de muñeca puedo navegar a través de muchas canciones y artistas cualquier día del año que yo quiera.

Estoy agradecido que aunque la gente ya no pase semanas enteras poniendo las decoraciones navideñas sino sólo días, y en algunos casos, ya ni se pongan adornos por lo viejos que están, yo puedo poner como protector de pantalla los cuadros navideños que desee, los cuales pueden una vez más iluminarme con recuerdos todos los días del año si quiero.

Estoy agradecido por las abundantes bendiciones de un amoroso Padre Celestial, las cuales han llenado nuestro hogar y nuestras vidas, que sólo basta con mirar en cualquier dirección para descubrir y muchas veces sorprenderme con todo aquello que me rodea y que ha traído tan grande gozo a mi vida. Y puedo ver todo esto cada hora del día si quiero.

Estoy agradecido por las elecciones que he hecho en mi vida y por las bendiciones que se han derramado sobre mí, habiéndolas tomado para poder celebrar cada día el nacimiento, la vida y las palabras de Jesucristo, y aprender a compartir generosamente de la abundancia del Señor con aquellos que están en necesidad hasta ese maravilloso día en el que tendremos “todas las cosas en común”.

Y ahora ya lo saben, los Muchos Días de la Navidad se pueden extender a un máximo de 365 días todos los años.

Y para aquellos que creen que mi fijación por la navidad le quita prestancia a otros días festivos:

Me doy cuenta que el Día de Año Nuevo tiene una mayor razón de ser otra vez debido a que Cristo nació en navidad.

Me doy cuenta que el Día de San Valentín se puede llenar con un mayor y mejor amor debido a que Cristo nació en navidad.

Me doy cuenta que la Pascua de Resurrección cobra un mayor significado debido a que Cristo nació en navidad.

Me doy cuenta que los Días Patrios y los Días Conmemorativos tienen más importancia debido a que Cristo nació en navidad.

Me doy cuenta que me lleno de más gratitud en el Día de Acción de Gracias debido a que Cristo nació en navidad.

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