domingo, 2 de junio de 2013

EL COMIENZO

Al igual que me ocurre con muchas de las cosas que he aprendido en la vida, me es imposible recordar cuando entró en mi banco de conocimiento la significativa y hermosa historia escrita por Trina Paulus. En “Esperanza para las flores” aprendemos de la vida de dos orugas, la una llamada Raya y la otra Amarilla; de las luchas que enfrentaron durante sus vidas que al final las conducen a experimentar los eventos necesarios para permitirles cumplir con el propósito de su existencia.

Leemos que Raya se aburría de comer las mismas hojas del mismo árbol, cuando decide salir a explorar y entonces descubre una columna de orugas arrastrándose unas sobre otras en su deseo de alcanzar la cima sin saber qué era lo que irían a encontrar una vez que la alcanzaran. El toparse con Amarilla le da a Raya un breve descanso de la columna de orugas, pero al final es arrastrada de regreso a ese laberinto que se retorcía, dejando atrás a Amarilla a pesar de los ruegos de ésta.

Mientras que Raya pasaba sus días en medio de empellones, arrastrándose y empujando con el fin de alcanzar la cima, Amarilla se lamentaba de la pérdida de su amiga, cuando de pronto encontró a una oruga gris que tejía para sí un capullo. En la conversación con aquella arrugada oruga, Amarilla descubre que la meta que Raya y ella buscan sólo puede hallarse abandonando la búsqueda inútil del pilar de orugas. Con esto en mente, ella va en búsqueda de Raya e intenta convencerla, pero cuando se da cuenta que su misión no tiene éxito vuelve a su árbol en donde comienza a tejer su propio capullo.

Cuando Amarilla emerge del capullo en la forma de una hermosa mariposa amarilla, forma a la que había sido destinada por la naturaleza, alza vuelo y se dirige a la columna. Luego de un rato convence a Raya de que estar en la columna no es la manera de encontrar la realización. Entonces Raya vuelve a su árbol y comienza a tejer su propio capullo.

En este encantador y significativo cuento Trina nos da una razón para hacer una pausa en medio de nuestra propia apabullante vida con el fin de reflexionar en cuanto a la columna que frenéticamente nos esforzamos por escalar.

¿Cómo considero a aquella multitud que está en la columna conmigo?

¿Son sólo peldaños a quienes debo pisar para lograr mi objetivo?

¿Hay algo que yo pueda decir o hacer para justificar mi indiferencia hacia ellos con el fin de poder lograr mi propósito?

¿Desconfío de todo lo que ellos me dicen y veo todo con suspicacia?

¿Califico como “buenos” a los demás en base al color de su piel, sus preferencias políticas y su estatus social?

¿Estoy tan concentrado en aquella aprehensiva multitud que la voz de la razón es solo un distante e irreconocible eco?

O

¿Veo en aquella multitud oportunidades sin número para servir?

¿Sopeso cada uno de mis actos y cada una de mis palabras en la balanza de las verdades eternas?

¿Confío en mis compañeros de viaje a pesar de sus debilidades, reconociendo que ellos también están luchando por encontrar su propósito en la vida?

¿Aprecio el espectro del arcoíris, la variedad de comprensión y la riqueza de los climas culturales?

¿Busco saber y prestar oído a aquellos que ya partieron pero que tal vez sabían más de cómo hacer las cosas mejor?

¿Cuál es el instrumento que uso para examinar la vida: un telescopio, un microscopio o lentes eternos?

¿Pierdo el tiempo mirando a la distancia que no logro ver la belleza de mi inexplorado presente?

¿Pierdo el tiempo examinando las tenues esquinas oscuras de mi cubículo llamado hoy que no veo los brillantes mañanas que están delante?

¿Estoy tan ocupado corriendo de mi telescopio a mi microscopio que mis lentes eternos se han opacado por años de duda y escepticismo?

¿Acaso los publicistas de telescopios y microscopios han hecho tan bien su trabajo que han quitado de mi vista la realidad del próximo glorioso estado de existencia?

O

¿Hago un balance entre mis observaciones de larga distancia y mis obtusas perspectivas, y las comparo con la vista exaltada que me brinda los cielos?

¿Me aseguro de que entre mis correrías de aquí para allá haya tiempo para refrescar mi vida con fe y esperanza?

¿Estoy seguro de mantener en perspectiva la propaganda del presente al volver a leer o escuchar los mensajes de quienes compartieron sus experiencias de vida manteniendo vivas las visiones de la eternidad?

El mensaje de Trina Paulus en “Esperanza para las flores” es especial por su simpleza y abundancia de bienaventuranzas, y cuando lo entendemos nos ayuda a darnos cuenta que el tira y jale de la vida, el estar en medio de empujones y empellones, no es el propósito de nuestro vivir, sino simplemente el preludio del comienzo de nuestra verdadera existencia. Oro para que hoy todos comencemos a tejer el capullo que a la larga nos libere a ese glorioso comienzo.

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